miércoles, 17 de junio de 2020

TEATREANDO: “EL TEATRO EN LA ROMA ANTIGUA” (Parte I)


TEATREANDO
“EL TEATRO EN LA ROMA ANTIGUA” (Parte I)

El Teatro en Roma tuvo una fuerte influencia del Teatro Griego. Sin embargo pronto se convirtió en un entretenimiento. Por eso, no es de extrañar que la forma más popular fuera la comedia. El gran periodo de creación dramática romano empezó en el siglo II a.C. y se destacaban las comedias de PLAUTO y TERENCIO, que eran adaptaciones de la comedia nueva griega. Las obras se basaban en una intriga de carácter local, aunque las de Terencio también aportaban un valor didáctico. Las piezas tenían una estructura muy dinámica, parte de ellas era cantada y eran del gusto del público.
     El teatro floreció muy pronto en Roma gracias a la aparición de Livio Andrónico quien fuera llevado a Roma como esclavo por Lucio Livio en el Siglo II a.C.
     Escribió tragedias según los modelos griegos, de las cuales nos quedan solo algunos títulos así como también algunas comedias completas y algunos fragmentos.    
     Después de Livio Andrónico hubo otros grandes autores, que dominaron la escena romana durante todo el periodo republicano de los cuales nos quedan sólo títulos y fragmentos de obras, con la excepción de Plauto (veinte comedias completas) y de Terencio (seis comedias completas).
El Teatro en Roma tuvo una fuerte influencia del Teatro Griego. Sin embargo pronto se convirtió en un entretenimiento. Por eso, no es de extrañar que la forma más popular fuera la comedia. La comedia, -especialmente las de Plauto y Terencio-, es un género que se representaba con toda seguridad en el siglo I d.C. aunque también se representaban comedias en griego.
Los actores llevaban máscaras y trajes cómicos. El mimo, que generalmente no utilizaba máscaras, para poder representar la divertida farsa, debía hacer una excepción para que el juego de equívocos resultase más creíble. La mímica por sí misma en este caso no era suficiente.
Tras el siglo primero, la comedia se representó raramente, siendo sustituida por el mimo, tal como ocurrió con la tragedia, que fue suplantada por el pantomimo.

Citarodia


En la época helenística se impuso el uso de concursos de citarodia, donde los intérpretes cantaban piezas de diversos géneros, también teatrales, acompañándose con la cítara.
Temas de tragedias se cantaron frecuentemente. Nerón amaba mucho este género de exhibiciones. Rivalizó con grandes actores.
En todo el periodo imperial, las citarodias tuvieron un gran éxito y los mejores intérpretes. Se extendió la costumbre de componer música basándose en fragmentos extraídos de tragedias clásicas y cantarlas acompañándose con la cítara. Estos cantores probablemente trabajaban también en el pantomimo.

Atelana

La farsa atelana, invención de los ascos de Atella, se conocía en Roma ya en el siglo II a.C. Eran farsas populares improvisadas de tono satírico; mezcla de versos y de prosa intercalada con términos rústicos; se empleaban máscaras fijas, cuyos nombres eran: Dossennus, Maccus, Bucco, Manducus, Pappus. Con el transcurrir del tiempo, las farsas atelanas se emplearon al igual que los dramas satíricos como apéndice de las tragedias (exodia). En la atelana, los papeles femeninos eran interpretados por actores de sexo masculino que eran libres y que escondían su identidad mediante máscaras.
A veces los actores se dejaban llevar por una arriesgada tentación: criticar a los poderosos. Por esta razón sufrieron trágicas consecuencias, como aquel actor que arremetió contra Calígula y fue quemado vivo en el anfiteatro por orden del emperador. Este género teatral tuvo éxito durante todo el periodo imperial, como demuestran las numerosas estatuillas y máscaras de terracota que representan los tipos característicos de la atelana, procedentes de todos los rincones del Imperio romano.
El gran periodo de creación dramática romano empezó en el siglo II a.C. y se destacaban las comedias de PLAUTO y TERENCIO, que eran adaptaciones de la comedia nueva griega. Las obras se basaban en una intriga de carácter local, aunque las de Terencio también aportaban un valor didáctico. Las piezas tenían una estructura muy dinámica, parte de ellas era cantada y eran del gusto del público.

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