sábado, 28 de marzo de 2015

Novedades: "Los imperfectos" en CABA, Argentina

"LOS IMPERFECTOS" 17 de Abril en el teatro Bauen, CABA, Argentina
(Click en el título para ver el video)


viernes, 27 de marzo de 2015

Teatreando

Feliz día a todos los teatreros y al público que disfruta con ellos


lunes, 23 de marzo de 2015

Cuento de humor: “El Pithucanthropus”

“El Pithucanthropus”
(El primer Homo Erectus)


Según  los más afamados antropólogos que tratan los aspectos biológicos del hombre y de su comportamiento como miembro de una sociedad, se denomina Pithecanthropus (Del griego: hombre mono) Erectus al Homo Erectus, es decir a los primeros hombres que ya se erguían sobre sus piernas, descendiente directo del Homo Hábilis, a su vez llamado así por su habilidad para producir herramientas de piedra con diferentes tipo de rocas y piedras de muchas especies, en especial el canto rodado.
Del Erectus descendió luego el Homo Sapiens.  En Kenia también se hallaron restos del Homo Ergaster, que era el Erectus Africano, en el Cáucaso del Homo Georgicus y hasta en Ingeniero White llegaron a encontrar a dos modistos en apuros... En fin, aún no se entiende porqué hoy en día hay gente que le molesta tanto el tema, cuando ya desde la prehistoria eran todos Homo.
Según los últimos hallazgos, se supone que tanto los Erectus como los Hábilis cohabitaron  en la misma región durante 500.000 años y aparentemente, la extinción de los Hábilis se debió a los Erectus por una cuestión de obtención de recursos para la supervivencia (“nada nuevo bajo el destellar de los astros” diría Vittorio de Lotería)
La gran antropodóloga (una antropóloga dedicada a la pedicuría) Flor D. Turra, planteó la teoría que los Erectus podían ser descendientes de los Hábilis, como también podían haber convivido ambas especies sin tener relación alguna entre ellos, y hasta se podrían haber relacionado luego, teniendo relaciones de todo tipo.  Es decir, la Flor D. Turra no tenía ni la más remota idea de lo que pasó.  Sin embargo, en su afamado libro “Que se vengan los Erectus de todas partes” ella desarrolla la teoría que el primer descendiente de la mezcla de los Erectus con los Hábilis fue un muchacho denominado el “Pithucanthropus Erectus al Mangus” a raíz del cual también disiente con otros científicos en la materia, ya que asegura que el nombre se debió a la dieta que utilizaba a base de apio, trufas, maníes, nueces y mangos que recogía a diario.  Aquellos eran sus únicos alimentos por lo que se la pasaba todo el día recogiendo en el bosque.
Entre los científicos que concordaban con Flor, se encontraba Omar Icon, ferviente y entusiasta investigador de todo lo referente a los Homo, quien fue mucho más profundo con el tema y con Flor, llegando incluso a escribir un libro juntos y así relatar la vida del mencionado Pithucanthropus Erectus al Mangus, que llevó como título “El Pithus”, denominando con ese nombre al personaje en cuestión.
Tiempo después intentaron también vender los derechos del libro en Hollywood para la realización de una película, pero sus intentos fueron casi vanos ya que solamente estuvo interesado un productor de cine porno, siempre y cuando encontrasen actores dispuestos a hacer semejante porquería. Omar y Flor no se dieron por vencidos y filmaron la película porno con ellos mismos como protagonistas. No ganaron dinero, pero la pasaron muy bien.
Lo primero que mostraba el libro... era la tapa.  En el costado izquierdo donde figuraban los nombres de los autores, los responsables de la edición no vieron con buenos ojos (ya que uno era tuerto y el otro tenía conjuntivitis) sus nombres como autores del mismo, porque según esgrimían, Omar Icon - Flor D. Turra no eran adecuados a una obra de esas características.  Seguidamente entonces, comenzaron a buscar un seudónimo que los identifique, y que al mismo tiempo con tan sólo escuchar a los autores, el público sepa de inmediato de qué se trataba el argumento y la calidad del mismo.  Precisamente buscando que se adecuase y fuese representativo del contenido del libro,  se inclinaron finalmente por el seudónimo de “El Dúo Deno”.
Al principio del primer capítulo, se hace mención a la juventud del Pithus y su desesperada búsqueda de chicas que lo ayudasen a recoger sus alimentos.
Como eran descendientes de los Homo Hábilis, fabricaban sus propias herramientas (martillos, cuchillos, vasos, etc.) con piedras de canto rodado.  Él nunca estaba conforme con las piedras que encontraba, pero en cambio amaba los cantos que las muchachas portaban.  No cabían dudas que lo que más le gustaba a Pithus era ir al bosque, para alimentarse con esas maravillosas ofrendas que le regalaba la naturaleza, como el apio, las trufas que crecían bajo tierra, las nueces, etc.,  junto a las chicas... y recogerlas todo el tiempo.
A raíz del resultado de la venta de su primer libro (se vendió un ejemplar), Flor decidió escribir su segundo libro esperando tener mejor fortuna y para ello no reparó en modificar un tanto, algunas particulares características de la época con el sólo objetivo de hacerlo más exitoso.  Para ello no tuvo más remedio que, en muchos de los datos expuestos, contradecir a Omar Icon en sus descubrimientos, a los científicos que investigaban el tema, a casi todos los antropólogos, a su marido y hasta se contradijo a sí misma con tal de vender más ejemplares.
Los humanos no comenzaron a utilizar vestimentas hasta hace unos 107.000 años (más exactamente por la tarde). por consiguiente lo que planteaba Flor D. Turra resultaba totalmente inexacto, que para excitar al hombre y así facilitar la reproducción de la especie, las mujeres usaran tacos altos y portaligas.  Tan inexacto que era obvia la poca necesidad de aquellos Homo Erectus, ya que todo el tiempo estaban con el garrote en la mano, listos para la batalla.
Y más aún en el caso del Pithus, cuya celebridad se debía a que todas las mañanas se iba al bosque con las muchachas a recoger cuanto podían y que además solía erguirse aún más para alcanzar los mangos de los árboles, aunque fue precisamente por eso mismo que algunos científicos disintieron con ella y creen que en base a ese detalle, fue denominado “Pithucanthropus Erectus al Mangus”
En éste segundo libro Flor D. Turra contó con la desinteresada colaboración de  Ana Busado de Hella, otra prestigiosa y mundialmente reconocida antropóloga, que se vendió por unas monedas para ser la coautora de Flor.
Ambas relatan en el segundo capítulo, las desventuras del Pithus con el descubrimiento del fuego.
El Homo Erectus descubrió el dominio del fuego hace unos 790.000 años (por la madrugada) durante la Edad de Piedra Temprana (muy de madrugada) y comenzó a utilizarlo para muchos fines y algunos principios también.  Lo usaban para dar luz y calor, para cocinar algunas plantas y animales, para mantener a los depredadores a distancia, etc.  Pero es muy poco probable lo que planteaban Flor D. Turra y Ana Busado de Hella, que el principal aprovechamiento que hacían las mujeres del fuego, era para calentar la cera para depilarse.
Sin embargo, la doctora Turra (más conocida por la Flor D. Turra) llegaría al éxito con su tercer libro de la trilogía del Pithus, escrito este que compartió con la conocida investigadora, estudiosa del tema y egresada de la Sorbona, Déborah Dora quien supo gozar de una fugaz fama entre sus colegas.  Tan fugaz que cuando estaba por comenzar, ya había acabado.
Dicha investigadora, hacía ya tiempo que se había abocado de lleno a los Erectus, recorriendo cuanta biblioteca existía, en una casi desesperada búsqueda por descubrir todos los secretos de los Pithus.  Con tanta entrega y devoción que en muchas oportunidades, en aquellas bibliotecas cuando incluso muy tarde por la noche y las mismas ya habían cerrado, la encontraban a la doctora aferrada a los Erectus.
Llegó así entonces a escribir su famoso primer ensayo sobre los Pithus bajo el título de “No hay Erectus que por bien no venga” más conocido como “Los Pithu Dos”
Aquella tercera parte escrita en conjunto con Flor, versaba sobre la descendencia del Pithus por un lado, y de los Pithecanthropus Erectus por el otro.  Mientras éstos últimos procreaban descendencia mixta que desembocaría más tarde en los Homo Sapiens, el Pithus en cambio, por una rara deformación genética, tan sólo tuvo descendencia masculina, y a éstos a su vez les ocurrió lo mismo, por lo que llegó a formarse una tribu de Pithucanthropus Erectus al Mangus exclusivamente de varones.  Durante muchos años, estuvieron conviviendo como nómades y conviviendo tan solo entre Pithus, de distintos rasgos pero con un denominador común: todos eran Erectus al Mangus.
No tenían descendencia, pero ninguno se quejaba.  No había molestos embarazos, ni incómodos dolores menstruales, ni malos humores una vez al mes, ni la excusa de tener un mal día, ni tampones tirados, ni codazos en la espalda a la madrugada porque el bebé lloraba... En fin...  Era una dulce y agradable armonía exclusiva de hombres, que podían pasarse horas peinándose y admirando la diversidad de colores del arco iris.
Muchos investigadores, científicos, antropólogos, antropodólogos, ginecólogos, proctólogos, creadores de logos y estudiosos en general del tema, daban por seguro que aquella especie de los Pithus, por el hecho que se encontraba compuesto solamente por hombres, estaba destinada a la extinción.  Sin embargo nada más lejos de la realidad.
En cada tribu o especie nunca faltaba un rebelde desobediente, que no conforme con lo que la naturaleza le había otorgado, salió en busca de nuevas aventuras hasta que encontró a algunas muchachas de los Pithecanthropus y éstas a su vez, cuando se daban cuenta que se trataba de un Pithus Erectus al Mangus, enseguida le mostraban sus cantos rodados.
Sin mediar palabra (ya que no hablaban, sino que se comunicaban por sonidos guturales y expresiones gestuales -muchas de ellas muy elocuentes cuando querían darse a entender-), se internaban en el bosque y comenzaban la recogida diaria para la supervivencia.
Luego el Pithus volvía a su tribu y a su vida cotidiana con sus congéneres, con un leve sentimiento de culpa, pero sin revelar nunca su aventura, logrando sin saberlo, la continuidad de la especie hasta nuestros días, donde aún hoy se los suele ver peinándose por horas frente a un espejo, suspirando por los colores del arco iris en sus banderas y sin importarles si son acusados de tener extraños hábitos.
Mientras tanto, Flor D. Turra, Omar Icon y Déborah Dora, se asociaron nuevamente para continuar trabajando juntos, pero no para escribir nuevos libros sobre el tema, sino que crearon una productora de películas porno llamada “Los Erectus”, donde además, ellos eran las estrellas principales.

H.D.M.