lunes, 15 de junio de 2020

¿Sabía que Blancanieves existió en realidad (y hoy sería su compleaños), al igual que los 7 enanitos y el espejo mágico?

Blancanieves

Era una princesa alemana del siglo XVIII y estaba parcialmente ciega producto de una viruela. Según el historiador Dr. Karlheinz Bartel, la auténtica Blacanieves se llamaba Maria Sophia Margaretha Catharina von Erthal y nació el 15 de junio de 1729, en un pueblecito llamado Lohr, al lado del río Meno, en la Franconia alemana. 

Su padre era Philipp Christoph von Erthal, entre 1719 y 1748 fue condestable del territorio de Kurmainz, en Lohr. Por sus dotes diplomáticas, viajaba frecuentemente, era como un ministro de Asuntos Exteriores del Ducado. Por eso, se relacionó con reyes y reinas de toda Europa.

M.B. Kittel, el cronista de la familia Erthal,  describía a Maria Sophia como“un ángel caritativo y bondadoso”, “activo contra la pobreza y la indigencia”, por eso los habitantes de Lohr le tenían mucho cariño, además, sufría ceguera parcial desde la infancia, producida poe las secuelas de la varicela.

En 1741, murió la madre de Maria Sophia, cuando ella contaba con 12 años y  dos años después, su padre se casó con la Condesa Imperial de Reichenstein: Claudia Elisabeth Maria von Venningen.
Si bien no tenía una tan mala relación con su madrastra como en el cuento, ésta última tenía predilección por sus hijas naturales y menospreciaba bastante a María Sophia.

Ella era, joven, muy bonita y siempre caritativa con las personas necesitadas.  Pasaba los días rodeada de “los siete enanitos que picaban y cavaban”, y que eran en realidad niños desnutridos y envejecidos prematuramente por el trabajo en las minas de hierro, en las propiedades de los Von Waldek.
Lohr am Main fue, desde tiempos remotos, una región minera. Se sabe que durante la Edad Media, y aún en épocas más recientes, sus túneles de menor envergadura eran prácticamente inaccesibles para los obreros, de modo que se utilizaba la mano de obra infantil para trabajar en ellos.
Una de las pruebas más significativas de ello se desprende del tamaño diminuto de las herramientas de trabajo descubiertas en la región, sin dudas manufacturadas para obreros de pequeña estatura, es decir, niños.

Estos pequeños obreros habitaban en una zona adyacente a Lohr am Main, llamada Hanau.
En este contexto, el estudio de Karlheinz Bartels coincide con el de otros analistas del cuento de Blancanieves en donde se certifica que los siete enanos de la historia son, en realidad, niños.
Debido a su pobreza, estos niños vestían largos abrigos y gorros muy parecidos a aquellos con los que se suele representar a los siete enanitos. En 1750 picaban allí unos 500 mineros en busca de plata y cobre.

Incluso el espejo también existió en la vida real.  Se trató de un gran espejo que su padre le regaló a la condesa, y que si bien no hablaba, tenía la particularidad de una reverberación, que reproducía lo que se le dijera y que fue un regalo de Philipp Christoph para su segunda esposa. El espejo de 1,60 metros de altura, procede de la manufacturera de espejos del Electorado de Mainz, Kurmainzische Spiegelmanufaktur (fundada en 1698, que adquirió fama y prestigio en toda Europa, no sólo por su delicada y refinada artesanía, sino porque las materias primas que utilizaba para la fabricación del vidrio procedían –además de la propia región– de España.
En efecto, el carbonato sódico, conocido como ceniza de soda o sosa, era importado de Alicante, a orillas del Mediterráneo español. El espejo fue un regalo del padre de Maria Sophia a su segunda esposa, y contenía en el marco un aforismo, como muchos de los espejos fabricados en Lohr, que decía Amour Propre. Por esto y por la rara limpidez de su superficie, algo inusual en la época, se decía que era un “espejo parlante”, ya que «siempre decía la verdad». Actualmente el espejo, se encuentra en el castillo de Lohr, Alemania, reconvertido en el museo de Spessart.
Cabe destacar que un día, Sophía falleció.  No hubo príncipe ni final feliz, pero se cuenta que su ataúd, si bien no era de cristal, sí poseía algunas piezas de ese material tallado, realizadas por la industria manufacturera de la región, en honor a la tan apreciada joven.
La losa de la tumba de Sophia Maria von Erthal se conserva en el museo diocesano de Bamberger, en Baviera, fue encontrada hace unos años en una propiedad privada.

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