sábado, 13 de junio de 2020

Humor breve

Diccionario aleatorio:

Espeso: Cuando no es libra ni dólar.

Escalada: Sandía abierta

Escama: No es silla ni mesa

Escapado: Eunuco

Escena: No es ni desayuno ni almuerzo

Confín: Película completa

Extinto: Vino al que se le puso mucha soda

Un recuerdo de "Mesa de Noticias" año 1985


Reflexión


UN POCO DE HUMOR

Un chico llega hasta su madre y le pregunta...
-Mami... qué es un "vibrador"?
Luego de sopesar la pregunta durante varios segundos, la madre tomó fuerzas y comenzó una exhaustiva explicación de las necesidades sexuales de muchas mujeres, los distintos elementos utilizados a lo largo de la historia, hasta los modernos aparatos de la actualidad.  Al finalizar su exposición de más de media hora, la madre preguntó a su vez -Entendiste?-
A lo que el niño contestó
-Si.  Y "modo de avión"?


Tenga cuidado cuando envuelva una aspiradora para regalo!!!

Crítica sobre "QUÉ HARÍAN SIN MÍ" del diario La República, de Uruguay en el 2019


Momento de decisión
La comedia “¡Qué harían sin mí!”, de Hugo Daniel Marcos, con la dirección de Julio Giordano, va los domingos a las 19 hs. en La Candela.
La Republica (Uruguay)3 Sep 2019
-by María Rosa Carbajal-



Que harían sin mí” es una frase recurrente en boca de mujeres que pueden ser jefas de hogares o no. Determina un grado de dependencia; ella es el centro de ese hogar,“la imprescindible”, a pesar de que puede volverse invisible ante los ojos de los demandantes justamente por su condición “de estar siempre para lo que necesiten”.Y esto va por los hijos, marido y hasta mascotas. Corre, hace las compras, tiene la comida pronta, la ropa lavada, planchada y ordenada para todos. Estos son actos mecánicos, de una rutina impuesta por un patriarcado que no se enteró de que“esa mamá y esposa” tiene como ellos vida propia y sentimientos. ¡Vaya descubrimiento!

Enredos y hasta risas

Esta mujer, Ana, la Mujer Maravilla de la casa se verá envuelta en una serie de malos entendidos que no harán más que precipitar sus decisiones. Un marido sin tiempo, odontólogo, que va dejando a su paso anestesias que traerán serias consecuencias, personas que van a arreglar problemas técnicos en la casa, la hija con deseos de ser actriz y un hombre que es actor, pintor y algo más que se descubrirá en el correr de la obra y, como si esto fuera poco, una amiga, que crea situaciones jocosas, pero será quien ayude a Ana a tomar sus decisiones.

Estamos frente a una comedia de situaciones, en la que todos los personajes tienen su costado humorístico y, entre entradas y salidas, este espectáculo se convierte en un vodevil de buena factura. Disparates, situaciones inesperadas, que sirven de colchón para amortiguar el golpe final.

Personajes y personas

Como dijimos antes, una mujer-madre-esposa-amiga, llamada Ana, dueña de una máscara ideal para interpretar a este ser que mostrará sus dos facetas en una celebrada actuación. Paula Silva es Beba, la amiga y rescatista en esta historia, que posee un physique du rol ideal para este personaje, tiene el desparpajo suficiente para afrontar esta empresa. Lola Díaz es Vicki, la hija demandante, la actriz, una de las dependientes más devotas, en un trabajo de composición acertado.

En el caso de los roles masculinos, Roberto Fernández es Juanjo, el odontólogo, otro dependiente de Ana, todo gira en torno a muelas, anestesias y pegamentos. Trabajo que puede realizar con tranquilidad porque Ana“cuida todo el resto”. Un personaje bien articulado, con el que más de uno se va a identificar.

Cacho de Gregorio es Fede, pintor de cuadros, actor y primer novio de Ana, con aire entre desafiante y canchero, compone una vez más -actor que ya ha tenido lucidas actuaciones, no sólo en comedias- su destreza para este género. Y, para cerrar la rueda masculina, Martín Roldán, uno de esos actores que con sólo verlos ya generan sonrisas. Él es Elvis, el que va a ocasionar más enredos que soluciones.

Dirección y otras yerbas

Presentados los personajes, el director Julio Giordano, hábil y experto en este género teatral, mueve a los actores a un ritmo necesario en la comedia, en la que todo ocurre de manera que los encuentros y desencuentros no se cruzan; permite que cada escena abra y cierre con corrección.

Una sostenida dirección de Giordano que sabe cerrar la obra con un monólogo por parte de Battagliese (Ana), que recuerda a “Decir adiós”, en ese deseo de búsqueda de sí misma y de su futuro.

La escenografía, vestuario y estética general están a cargo de Lucho Ramírez, quien le imprime ese toque kitsch, tan necesario como creíble en el universo de Ana.

La ambientación musical de Carlos García es ajustada a la obra y crea un ambiente adecuado a la trama.

Estamos, pues, ante una comedia con contenido, salpicada de los clásicos clichés como son situaciones disparatadas, pero que remata con una vuelta de tuerca que la vuelve, sobre el final, una comedia dramática. No siempre la comedia es motivo de risas y el autor, Hugo Daniel Marcos (dramaturgo argentino de vasta trayectoria), supo demostrarlo. Y así desterrar la idea de que la comedia es un “género menor e irreflexivo”.

UN POCO DE HUMOR


BREVE RELATO: "Hacía mucho que no lo hacía"


“Hacía mucho que no lo hacía”


Aunque me de un poco de vergüenza, debo confesar que hacía mucho que no lo hacía.  Al principio creí que me resultaría bastante más fácil y me dispuse a hacerlo como cualquiera de las tantas veces que lo hice, sin pensar en los cómo, los porqué o los cuándo.  Simplemente lo hacía y listo.
Siempre he tenido la suficiente práctica al respecto, pero obviamente el paso, el peso, el piso y el pozo de los años, con todas las pérdidas que esto implica (falta de firmeza y de vista, capacidad de concentración, algo de desinterés y un poco fuera de estado físico -que siempre influye-) fueron mermando aquella capacidad innata, casi sin que me diera cuenta, hasta encontrarme ahora frente a un verdadero problema, que comenzaba a tornarse angustioso.
No podría decir que se me escapaba de los dedos, porque tampoco era tan chiquito, pero la dificultad para meterlo comenzó a convertirse en inquietante.  Intenté asirlo con las dos manos, pero también resultó imposible.  Estaba demasiado laxo y flácido como para sostenerse erecto.  Mojé la punta con saliva creyendo que con dicha lubricación y una intensa fricción manual, sería  suficiente para que se mantenga erguido, pero tampoco resultó.  Le eché la culpa también a la falta de luz, pero sabido es que en esos casos son sólo excusas, a menos que uno esté absolutamente a oscuras.  Y aún así, de joven, yo mismo lo había logrado varias veces y hasta casi dormido. 
Me pregunté también si no se debería a que la apertura a la que me enfrentaba no sería lo suficientemente grande en relación a lo que tenía entre mis manos, pero lo desestimé de inmediato.  Aquello que sostenía yo lo conocía de memoria.  Nunca fue tan grande y no tenía porqué crecer justo ahora.  Debía empezar a reconocerlo: era pura incapacidad de mi parte.
Comencé a transpirar por lo que la tarea resultaba aún más problemática, ya que por culpa de dicha humedad todo se resbalaba de mis manos. 
Lo intenté de muchas maneras y en todas las posiciones posibles, hacia arriba, hacia abajo, de costado, pero no había caso, no entraba. 
Mi desesperación iba en aumento y la exigencia se agigantaba: era necesario acabar, mientras la angustia se apoderaba de mí, casi hasta el llanto.
Lamenté mucho no haber seguido practicando durante éste último tiempo.  Ahora estaba pagando las consecuencias y la vergüenza me invadía.  Ya no era capaz.  No podía introducir ni siquiera la puntita.. 
Estaba a punto de darme por vencido, cuando en uno de los últimos intentos, lo logré.  La satisfacción fue indescriptible.  Una intensa sensación de éxito me dominó por completo y hasta podría decir que disfruté con cada uno de los movimientos de balanceo y mecimiento, en un ir y venir de regular oscilación posterior, hasta acabar por completo. 
Eso si, tomé todos los recaudos y cuidados necesarios para que no vuelva a salirse, y lo hice con suma meticulosidad y esmero, muy lentamente, ya que nuevamente todo desde el principio me hubiese resultado imposible.
Me sentí realmente orgulloso de mí mismo.  Pese a que hacía mucho que no lo hacía, pese a la edad,  a la presión del momento, a los contratiempos y pese a todo, finalmente logré enhebrar la aguja con el hilo, coser el botón e irme a trabajar. 

H.D.M.

¿SABÍA QUE SHAKESPEARE FUMABA CANNABIS, Y QUE NUNCA FIRMÓ SUS OBRAS CON EL MISMO APELLIDO?




¿Sabía que Shakespeare fumaba cannabis, que nunca firmó sus obras con el apellido que conocemos hoy en día y que falleció el mismo día que Cervantes, pero no el mismo día? (y no es un juego de palabras)

Hay más de 80 variaciones registradas de la ortografía del nombre de Shakespeare. En las pocas firmas originales que han sobrevivido, Shakespeare deletreó su nombre como: "Willm Shaksp", "William Shakespe", "Wm Shakspe", "William Shakspere", "Willm Shakspere" y "William Shakspeare". No hay registros de que él lo haya escrito como "William Shakespeare", como hoy en día lo conocemos.

Hace algunos años, unos científicos de Sudáfrica descubrieron algo en las pipas de William Shakespeare. Además de restos de tabaco, también encontraron marihuana y hojas de coca.
El estudio se realizó en Pretoria, Sudáfrica, con una técnica que separa, identifica y cuantifica las mezclas de sustancias. Es tan buena y precisa esa técnica, que los siglos en esas pipas solo fueron un dato más. Es decir, no interfirió en los análisis. De ese modo se determinó que ocho pipas tenían residuos de cannabis y dos de éstas tenían hojas de coca de Perú.
Sabemos que es extraño que se encontraran hojas originarias de Perú en Inglaterra, pero algunos hombres viajaban a América en expediciones. Así se podrían confirmar que efectivamente la hierba provenía el país sudamericano. Además de esas dos sustancias, se encontró tabaco, alcanfor y extractos de nuez moscada. Cabe decir que esta última es conocida por algunos por tener efectos alucinógenos. Mucha gente la utiliza para alterar el estado de la consciencia en un nivel moderado.
De todas formas, no se puede atribuir de ninguna manera su creatividad a dichas sustancias, habida cuenta que muchos otros las consumen diariamente y no son capaces de escribir dos líneas seguidas.

Inventó un total de 1.700 palabras y expresiones.
O, por lo menos, fue el primero en escribirlas en inglés. Entre ellas se encuentran vocablos de uso tan común como amazement (asombro), arrogance (arrogancia) assassination (asesinato), bloody (sangriento), generous (generoso), road (camino) y suspiscious (sospechoso). También aparecieron por vez primera en El mercader de Venecia la expresión “No es oro todo lo que reluce” y el nombre “Jessica” que hasta ese momento no existía.

Shakespeare tenía tanto miedo a que robaran su cadáver que puso una maldición en su lápida contra todo aquel que osara llevarse sus huesos.
Existe una leyenda que afirma que en su tumba se hallan otras obras inéditas que el mismo escribió (como "La historia de Cardenio") , pero al parecer eso nunca se comprobará debido al epitafio que está en su tumba y que dice “Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar en el polvo aquí encerrado. Bendito sea el hombre que respete estas piedras y maldito el que remueva mis huesos”.

Se dice que Shakespeare nació un 23 de abril de 1564 (el mismo día de su muerte, pero 52 años después)- Sin embargo no se tienen registros de tal evento. Tan sólo se sabe que fue bautizado el 26 de abril, y en esa época se solía bautizar al niño a los tres días de nacido, de allí la deducción, aunque puede no ser exacta.

Aunque parezca extraño y contradictorio, Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día… pero no el mismo día. No. No es un error. Es así.
Se dice que tanto Miguel de Cervantes como William Shakespeare murieron el 23 de abril de 1.616, pero esto no es del todo así porque aunque murieron el mismo día, (uno en España y otro en Inglaterra) en Inglaterra en aquellos años utilizaban el calendario Juliano, basado en el año egipcio con 365 días y ¼ y en España el Gregoriano, por lo que mientras que Cervantes moría el 23 de abril, para Shakespeare ese día era el 3 de mayo, del mismo año, eso sí. Es decir, murieron el mismo día… pero no el mismo día. Aunque luego, al abolirse el calendario juliano en Inglaterra, ese día pasó a ser el 23 de abril.
El calendario Juliano no era perfecto, pues según la medición que se hacía del tiempo con él, se acumulaba el error de un día de exceso cada 128 años respecto del tiempo que tarda la Tierra en dar la vuelta al Sol. Ante las dudas, el Papa Gregorio XIII encomendó la tarea de verificar a dos astrónomos y matemáticos la cuestión. En el año 1.582 era abolido el calendario Juliano y era sustituido por el calendario gregoriano, aunque no en todos los lugares se hizo a la vez.

Hasta el día de hoy se mantienen por parte de muchos investigadores, serias sospechas sobre la supuesta autoría de sus obras. Generalmente se basan en cuatro razones que generan la suspicacia: en primer lugar, las distintas firmas con las que su autor las rubricaba y como hemos mencionado anteriormente, generalmente no coincidían unas con otras. En segundo lugar no existe ningún retrato de Shakespeare que haya sido realizado en su vida. Todos los existentes se basan en la imaginación de sus autores. Shakespeare nunca publicó nada en vida. Sus obras son conocidas hoy en día sólo porque dos de sus compañeros actores - John Hemminges y Henry Condell - anotaron y publicaron 36 de ellas a título póstumo, bajo el nombre de "The First Folio" (El primer folio), el cual es la fuente de todos los libros publicados de Shakespeare. Y por último (y la más importante de las razones de dicha sospecha) es que en aquella época no existían los derechos de autor, por lo que había un gran tráfico de obras teatrales que generaban un próspero comercio (sabido es que Shakespeare murió luego de haber amasado cierta fortuna).

Los críticos… Siempre los críticos!!!
Pero todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario. Así que mientras tanto las obras le pertenecen y aunque Shakespeare es casi mundialmente considerado como uno de los mejores escritores en el idioma inglés, sus contemporáneos no siempre estaban tan impresionados.
La primera referencia registrada sobre Shakespeare, escrita por el crítico de teatro Robert Greene en 1592, fue como un "cuervo advenedizo, embellecido con nuestras plumas".

ETIMOLOGÍA DE FRASES MUY NUESTRAS "Yo, Argentino"



ETIMOLOGÍAS DE FRASES MUY NUESTRAS

“Yo, Argentino”

Tres son las versiones que hay al respecto.
1) En 2002 el rabino Daniel Goldman atribuyó el origen de la frase a la comunidad judía durante los pogroms (matanzas de judíos) realizados en la Semana Trágica de 1919, durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen. Según Goldman la frase era usada por hombres, mujeres y niños judíos ante las hordas de las guardias blancas parapoliciales que atacaron los barrios de Once y Villa Crespo, para salvar la vida.​

2) La profesora de Historia Ema Cibotti aporta una versión similar. Según la misma, la frase era gritada por los trabajadores a principios del siglo XX, cuando eran arrestados por la policía bajo el imperio de la "Ley de Residencia" (n° 4144, sancionada en 1902), dictada por Miguel Cané, que permitía la deportación de extranjeros con tan solo una orden policial.5

3) Otra versión del origen de la frase fue dada por el filólogo y periodista argentino Héctor Zimmerman.
El comienzo de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) sorprendió en Europa a muchos argentinos que habían ido a pasear por “Tener la vaca atada” y también a otros que no eran tan ricos pero que, por su carácter de pintores, escritores, actores, músicos, habían obtenido becas o subvenciones para pasar una temporada de estudios en países como Francia, Italia o Alemania. Como el gobierno nacional se declaró neutral, no tomando partido por ninguno de los contendientes, los argentinos que se veían en dificultades para regresar a causa del conflicto bélico, ante cualquier problema que les pudiera surgir con las autoridades de esos países, sacaban a relucir su pasaporte y decían claramente: “Yo, argentino”, es decir, yo soy neutral, no tengo nada que ver con ninguno de los bandos en pugna. Esa frase, que a más de uno le salvó la vida o le permitió seguir haciendo lo que deseaba, perduró en el tiempo como sinónimo de “yo no tengo nada que ver” o “a mí no me involucren”.

ETIMOLOGÍA DE FRASES MUY NUESTRAS "Chupar las medias"


ETIMOLOGÍA DE FRASES MUY NUESTRAS

"Chupar las medias"

Actitud propia de los obsecuentes, de aquellos sujetos rastreros que apelan a cualquier cosa con tal de conseguir los favores de alguien, sin importarles quedar en evidencia.

Se trata de una hipérbole, pues chupar las medias sería llevar a la máxima expresión un antiguo rito de admiración y reverencia que consistía en besar los pies de una persona o imagen. Ya los romanos acudían a esta acción para honrar a sus dioses, besando los pies de las estatuas que representaban a sus deidades. Esto ocurrió también con Jesús que le lavó los pies a sus discípulos durante la última cena y hoy en día los Papas, besan los pies de algunos delincuentes como símbolo de igualdad y humildad. La práctica no se detuvo en la antigüedad, pues consta que los caballeros medievales también la ejecutaron para rendir tributo a los señores o monarcas. Hasta hay pueblos, no influenciados por la cultura occidental, que en la actualidad apelan a besar los pies de alguien como signo de veneración o respeto. Es decir, “chupamedias” hubo y habrá siempre!!

viernes, 12 de junio de 2020

MOLIERE NO MURIÓ VESTIDO DE AMARILLO SINO DE ROJO-GRANATE, COMO TAMBIÉN ES FALSO QUE FALLECIÓ SOBRE UN ESCENARIO



Molière no murió sobre un escenario y mucho menos estaba vestido de amarillo ...!!!
Los actores franceses -ya que conocen la historia- le temen en realidad al color verde, los ingleses al azul y los italianos al morado.

Una de las supersticiones más extendidas y que además siguen a rajatabla un gran número de artistas y personas relacionadas con el mundo del espectáculo, el cine y la televisión, es que vestir de color amarillo (en España, Argentina y muchos otros países de habla hispana) trae mala suerte.
Por tal motivo innumerable son los profesionales (sobre todo de las artes escénicas) que se niegan a llevarlo e incluso a compartir escenario o plató si hay algún elemento amarillo (ya sea de atrezo (utilería) o textil).
La inmensa mayoría de los supersticiosos a ese color (e incluso un gran número de expertos e historiadores) se acogen a la leyenda (que no deja de ser urbana) que explica que Jean-Baptiste Poquelin (más conocido por Molière) falleció el 17 de febrero de 1673 mientras representaba en un teatro de París la obra ‘El enfermo imaginario’.
Todas esas fuentes y personas indican (erróneamente) que el ilustre dramaturgo y actor vestía en ese momento de amarillo.
Pero esto no es cierto, debido a que Molière no falleció sobre el escenario (aunque sí se encontraba con un fuerte dolor de pecho durante la representación) pero le dio tiempo de llegar a su casa, donde murió pocas horas después, posiblemente a causa de una tuberculosis (aunque nunca se determinó el motivo real del deceso).
Otro detalle importante es que Molière no iba vestido de amarillo en dicha función, pues existen suficientes pruebas documentales que indican que, para interpretar el papel del hipocondríaco Argán (protagonista de la obra), encargó a una importante sastrería parisina un traje de color AMARANTO (rojo tirando a granate) y de ese modo era como iba vestido cada noche de las cuatro funciones que le dio tiempo a protagonizar.
Cabe destacar que en el mundo del teatro francés el color verde es por antonomasia el que causa superstición a los actores y esto viene de unos cuantos siglos antes del fallecimiento de Molière.
El motivo por el que se originó ésta superstición en el mundo teatral de Francia viene de que antiguamente, para conseguir los pigmentos de este color, se debían usar elementos químicos como el óxido de cobre (cardenillo) con el que tintaban la ropa. Esto hacía enfermar a muchos de los actores que habían vestido una prenda teñida con ello.
Hay quien dice que también influyó el color de las llamas de las lámparas situadas al borde del escenario para iluminarlo, que provocaban que el espectador no pudiese ver con claridad a los actores y a estos moverse con facilidad por el escenario.
En realidad, ese no es el origen de la superstición sino el de porqué a los comediantes británicos les trae mala suerte el color azul (los ingleses, a la luz que dan ciertas bombillas en el escenario de tono azul lo llaman ‘Ghost light’ o ‘luz fantasma’, pues parece que aparecen espectros y espíritus en el escenario). Como ven, en cada país los actores le tienen superstición a un color diferente.
En Italia, por ejemplo, es el morado (o púrpura) el que causa pavor a la mayoría de actores y actrices italianos y el origen sobre el porqué lo encontramos en la Edad Media.
Por aquel entonces, y tras la toma de casi todos los poderes por parte del catolicismo, cuando llegaban los periodos de Adviento y Cuaresma los religiosos vestían las casullas de color púrpura.
Durante todo el tiempo que duraba tanto la Cuaresma (todo el periodo de Pascua hasta la finalización de la Semana Santa) como el Adviento (que incluía la Navidad y abarcaba desde finales de noviembre hasta principios de febrero) se prohibía todo tipo de representaciones (ya fuese en teatros o callejero). Por tal razón los actores asociaron el color morado de los motivos religiosos con el periodo en el que se les impedía trabajar (cuya suma se alargaba a alrededor de cuatro meses anuales) y, por tanto, dejaban de ganar dinero.
Toda una desgracia para este colectivo ya que solían vivir al día (en la actualidad esto no ha variado en absoluto) y se mantenían de lo recaudado noche tras noche en las funciones.
Esto es lo que originó que entre los comediantes se le tuviese una peculiar animadversión al color morado y todo lo que representaba que, con el paso de los siglos, quedó en la cultura popular como si de una superstición se tratara.
Pero, llegados a este punto, se estarán preguntando ¿por qué entonces se le tiene superstición al color amarillo y cuál es el motivo de vincularlo al fallecimiento de Molière?
Empezaremos por la segunda cuestión… cuando a mediados del siglo XIX en Francia empezó a relacionarse, inexplicablemente, la superstición de los actores al color verde con la muerte de Molière (que nada tenía que ver) en España ya llevaba muchísimo tiempo instaurada la costumbre de que el color amarillo traía mala suerte (aunque ésta no se originó en los teatros).
No se sabe bien si fue una torpeza, un fallo de traducción o realizado deliberadamente por alguien que le venía bien justificar y/o relacionar la superstición al amarillo con la muerte de Molière que, de la noche a la mañana, aquellas reseñas que se hacía al color amaranto (amarante en francés) de las ropas que vestía el dramaturgo se convirtieron al castellano en “amarillo”.
En realidad la superstición al color amarillo no se originó en los escenarios teatrales, tal y como se viene repitiendo desde hace tantísimo tiempo, sino en el hecho taurino, porque ese era el color del reverso del capote de brega y, por tanto, en caso de ser corneado el torero por el animal durante una corrida, ese sería el último color que vería en caso de fallecer.
El capote de brega está compuesto originalmente por dos colores: el rosa (o fucsia) en el anverso y el amarillo en el reverso. El rosa, dentro del mundo de la tauromaquia está considerado como un color de buena suerte (de ahí que las medias que llevan los toreros también sean de ese color, para atraer la buena suerte). Por el contrario, el amarillo del reverso se consideró como de mala suerte porque relaciona una cogida por parte del toro y el visionado por parte del matador del envés del capote de brega.
Es la única explicación documentada que se le dio antiguamente, mucho antes de que se cambiara, en el siglo XIX, por la errónea y falsa versión sobre el color de la ropa que vestía Molière en el momento de fallecer y que ha llegado hasta nuestros días.
Y para finalizar, una pequeña reflexión… si supuestamente (como tantísimo tiempo se ha estado defendiendo) Molière falleció sobre un escenario vestido de amarillo ¿por qué solo en pocos países los actores y actrices le tienen superstición a ese color? Debería haber sido ese mismo color para los artistas de todos los países y no en cada lugar tener superstición a un color diferente.
Y finalmente, si nos guiamos por una de las tantas frases inmortales que nos dejó el autor más representado en la historia de la humanidad, tal vez logremos comprender por qué esto es así: “La vida es una tragedia para aquellos que sienten y una comedia para aquellos que piensan”.

Un poco de humor


ETIMOLOGÍA DE FRASES MUY NUESTRAS "Tirar la chancleta"


ETIMOLOGÍA DE FRASES MUY NUESTRAS

"Tirar la chancleta"

Comencemos por su explicación: significa cometer un acto alocado, irreflexivo, de dudosa moralidad a sabiendas que puede acarrear algún problema, pero que igual se realiza por la adrenalina o el placer que entraña. Se aplica cuando alguien comete un exceso, pero más frecuentemente cuando alguien se involucra en una aventura amorosa.
Aparentemente y según se tienen noticias la respecto, tuvo lugar en los burdeles hace alrededor de un siglo, y un poco más también.
Para identificar qué cuartos o habitaciones estaban ocupadas y para no tener que incomodar a los clientes abriendo las puertas para chequear esto, era común que la trabajadora colocase una de sus chancletas (sandalias, zapatos o cualquier tipo de calzado) en la puerta, del lado de afuera de la habitación en la que estaba trabajando. Al ver la chancleta tirada, todos sabían que se estaba cumpliendo con un turno y no había que molestar.
Si determinado cliente ocasional preguntaba por alguna de las chicas en particular, se corroboraba este detalle y si se confirmaba el hallazgo de la sandalia en el portal de la habitación, contestaban “Ella no puede. Ya tiró la chancleta”

ETIMOLOGÍAS DE FRASES MUY NUESTRAS “¡Andá a que te cure lola!”



ETIMOLOGÍAS DE FRASES MUY NUESTRAS

“¡Andá a que te cure lola!”

En la vieja España, cuando alguien sufría algún tormento físico, emocional o espiritual, solía recurrirse a la benevolencia de la Virgen de los Dolores.
En la península ibérica, a las Dolores se las llama, afectuosamente, “Lola”, por ello a la Virgen también se la conocía familiarmente con esa denominación.
Cuando una persona reclamaba atenciones de manera insistente o se quejaba todo el tiempo de alguna dolencia, no faltaba quien, cansado de escuchar la misma perorata, mandaba al afectado a pedirle auxilio a la Virgen de los Dolores, es decir, lo mandaba a que lo cure Lola.
Aquel sentido no mutó, tan solo se lo expandió un poco al aplicársele también a quién ya no le causa efecto ningún remedio conocido

jueves, 11 de junio de 2020

LA HISTORIA DE LOS CONSOLADORES!!!

Allá por el año 23000 a. C. ya existían los consoladores. Otros lo datan de 35.000 años, pero no quedó nadie para certificarlo. Sí, los más antiguos datan de esa época y fueron encontrados en la cueva de Hohle Fels, en Ulm, Alemania.
Según los científicos que los analizaron, estos consoladores fabricados en piedra, brea o madera servían para ayudar en las relaciones sexuales durante la Edad de Hielo. (Lógico, no?, Con el frío que hacía…)
En el Antiguo Egipto, la mismísima reina Cleopatra también tenía juguetes sexuales. Se dice que empleaba una especie de rollo de papiro lleno de abejas, que al zumbar le proporcionaban placer. (Dicen las malas lenguas, que una vez la vieron salir corriendo desesperada, porque se le había agujereado el papiro)
También cuenta un rumor que Julio Cesar le regaló un consolador de oro macizo.
La imagen más antigua que referencia inequívoca sobre el uso de lo que hoy se conoce como consolador es un un vaso griego del siglo VI a. C. en cuya decoración se ve una mujer inclinada haciendo una felación, mientras otro varón le introduce un consolador. En otro vaso griego del siglo V a. C., se ve una mujer utilizando un consolador. Posiblemente se trataba de olisboi, reproducciones fálicas, a menudo realistas, que se fabricaban en cuero, en piedra o madera talladas.
Todos conocemos de sobra los beneficios del aceite de oliva, pero lo que seguramente muchos desconozcan es que, además de para dar sabor en la cocina, también daba vida en la alcoba. Y es que el aceite de oliva fue uno de los primeros lubricantes de la historia, ya se empleaba entorno al 350 a. C. para evitar roces y situaciones dolorosas durante los jueguecitos sexuales.
En la obra de teatro 'Lisístrata', Aristófanes les llama 'consoladores de viudas' y en Roma tenían mucho protagonismo en la noche de bodas. La madre de la novia proporcionaba a la nueva pareja de todos los elementos esenciales para que el sexo se produjera satisfactoriamente y no hubiera ningún problema. Debajo del lecho conyugal se colocaba un bote de miel para dar energía al novio, menta que es un potente afrodisíaco y una imagen de madera del Dios Priapo, deidad de la fertilidad, siempre representado con un pene erecto.
En Oriente Medio también existía la figura del consolador, aunque variaba la forma de fabricarlo: estos juguetes sexuales estaban hechos en la antigüedad con heces de camello secas y recubiertas de resina.
Pero el consolador, además de juguete sexual, tuvo una función médica en la antigua Grecia también. Platón e Hipócrates ya hablaban de un fenómeno llamado histeria. Se referían al malestar producido en el útero, que era considerado un animal que vagaba libre por el cuerpo de las mujeres causando distintas enfermedades, y se curaba aplicando masajes en los genitales. Sin embargo, a veces, durante la Edad Media la histeria se consideraba cosa de brujas y se curaba en la hoguera. 
En el siglo XIX regresó con fuerza la afección de la histeria en las mujeres, y por aquella época se trataba con lo que se llamaba “masaje pélvico”, estimulando los genitales de aquellas que padecían este mal. Y estos masajes que realizaban médicos y matronas, en ocasiones llegaban a durar una hora hasta que la paciente alcanzaba el orgasmo o “paroxismo uterino”, por lo que si tomamos en cuenta que si tenían diez o quince pacientes por día, el cansancio muscular en manos y brazos llegaba a ser extenuante, y por  ello, en 1880, un médico británico llamado Joseph Mortimer Granville inventó una máquina eléctrica que conseguía, en tan solo 10 minutos que las pacientes llegaran al ansiado paroxismo. Se había inventado el primer consolador mecánico.  Así, este precursor de los vibradores proporcionaba orgasmos a las mujeres para que así recobraran la cordura (y la sonrisa).

La Italia del renacimiento no solo nos dejó grandes obras de arte, sino también las primeras sex shop. Las mujeres acudían a estos establecimientos para adquirir sus juguetes sexuales hechos de madera. Claro que, en muchos casos, la madera requería de grandes dosis de aceite de oliva como lubricante para facilitar el tema.

Y no solo eran las italianas quienes disfrutaban de estos singulares compañeros, el producto también se exportaba por algunos países europeos, como Inglaterra.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Hitler ordeno entregar muñecas hinchables para compensar la tensión que sentían las tropas nazis y así evitar que contratasen los servicios de prostitutas parisinas y contrajeran enfermedades (obviamente esas muñecas, eran rubias y de ojos celestes).







LA HISTORIA DE LAS SILLAS

¿Sabía que la silla se inventó hace 4.500 años y sin embargo la gente -desde la antigüedad hasta después de la edad media- siguió aún sentándose en el suelo?

Se considera que el inventor de la silla fue un escribano babilonio llamado EBih-Il sobre el año 4.500 a. C. Debido a su profesión (escribir a mano textos y documentos), pasaba muchas horas sentado en el suelo sobre una tabla de madera.
Tubo la genial idea de crear un artilugio en el que apoyar el peso del cuerpo. Para ello colocó un respaldo y cuatro patas de madera a una tabla de madera. De este modo había nacido la silla.
La primera silla que se conoce, se remonta al siglo XIV a.C. (Edad Antigua) concretamente al periodo comprendido entre 1336 y 1325 aC, y se trató del sillón ceremonial del joven Faraón Tutankamón.
Fabricado con madera y oro y repleto de jeroglíficos y símbolos de la mitología egipcia, entre los que destaca la iconografía del Dios Heh, de hecho, se trata de una de las representaciones más perfectas que de éste se conocen. Heh, Dios del espacio infinito y de la eternidad, está tallado en el respaldo del sillón y aparece representado como un hombre arrodillado sobre el símbolo del oro, con una cruz en su brazo y sujetando en sus manos dos hojas de palmera que simbolizan los millones de años de vida deseables para los egipcios.
La función original de la silla nada tenía que ver con la de la actualidad puesto que se concibió como símbolo de poder y autoridad, para diferenciar al Faraón, sentado en su trono, alzado en una grada por encima del resto de los presentes.
También los asirios, a pesar de que acostumbraban a sentarse en el suelo, conocieron la silla. En uno de los bajorrelieves de Koyundjik se ve al rey Asurbanipal y a la reina comiendo sentados en sillas altas de madera tallada con adornos de marfil a los lados.
En la antigua Grecia la primera silla data del año 600 a.C. Solían fabricarse en mármol (no aptas para quienes sufrían de hemorroides) y estaban adornadas con esfinges. La civilización griega dejó varias muestras del uso de la silla en esculturas e incluso Homero cita la silla de Penélope, de marfil y plata, en una de sus poesías.
Hay que decir sin embargo que en la civilización griega lo normal era comer recostados, no sentados; también se solía trabajar de esa manera cuando era posible.

Las sillas tenían escasa función; se prefería el difros -silla baja sin respaldo-, a modo de taburete, más fácil de llevar de un lado a otro, más versátil también. Era asimismo de uso frecuente la silla en forma de ‘X’ o silla tijera que podía plegarse.
En el Imperio Romano se realizaban sillas de marfil, imitando a las griegas. Cuando llevaban respaldo se llamaban cátedras y las que constituían el trono para el monarca eran magníficas, grandes y con incrustaciones de plata, lo que las hacía muy costosas. Aún se conserva alguna de ellas en la Basílica de San Pedro en Roma.
En Roma, la silla con respaldo inclinado era ajena a la vida diaria; apenas tenía uso. Los romanos la adoptaron de los griegos; de hecho, el mobiliario de la gente rica era producto de la industria helénica.

En los relieves y pinturas de Pompeya, Herculano y Estravia, ciudades sepultadas por las cenizas del volcán Vesubio en el año 79, se puede ver el tipo de sillas empleadas en la época. Predominaba la de respaldo curvo y la silla de tijera.

Los romanos designaban con el término “sella” a cualquier tipo de silla sin respaldo.
Las que sí lo tenían se llamaban “cathedra” y solían verse únicamente en los salones de mucho empaque para que en ellas se sentaran las damas de abolengo. Pero era raro ver una silla.
Este término etimológicamente viene del latín «cathĕdra» y a su vez del griego (kathedra) que significa asiento y se aplica también para nombrar al sillón en el que se sienta el obispo en los oficios litúrgicos. A lo largo de la historia, también han recibido el nombre de cátedras los confesionarios, las sillas de coro y los púlpitos. De allí la palabra “Catedral”, con que se denomina al lugar donde tiene su “asiento” el obispo de la diócesis.

Se sabe que las había en el palacio del emperador César Augusto. También se sentaba en una silla -cosa rara y casi nunca vista-, el naturalista e historiador latino Plinio el Joven. En las aulas solía sentarse en una silla el maestro, de ahí el origen de denominar cátedra a una exposición de un maestro; también se sentaba en silla el sacerdote en el templo.

Durante la Edad Media (s XII al XV) la silla siguió denotando poder, de los monarcas o de la Iglesia. En el Museo provincial de Burgos aún se conserva la llamada “Silla de los Jueces” del siglo XIII
Durante la Edad Media, las casas no contaban con más de una silla, reservada al padre de familia, que podía ofrecer el asiento a la persona a quien quería distinguir. El resto se sentaba en taburetes, bancos, arcas, sillas de tijera o en el suelo sobre almohadones.
Es en el siglo XVI cuando la silla se convierte en un mueble de uso común. Desde principios de siglo aparecen la silla y el sillón clásicos rectangulares, sobrios, llevando telas bordadas, terciopelos sujetos con tachuelas de adorno en el asiento y respaldo y que tan extendidas se encuentran en España en los siglos siguientes
Las sillas de paja o anea en el asiento se usan desde el siglo XVI y las de rejilla desde el XVII. En este siglo y el siguiente estuvo muy en boga para reyes y nobles la silla portátil o de manos, a modo de coche.

En la Edad Moderna ( s.XVII y XVIII) se siguió utilizando la silla o trono como símbolo del poder y esplendor de los reyes. Cuanto más recargada y trabajada estaba la madera más reflejaba el esplendor del rey. El barroco francés es buena prueba de ello, con butacas ostentosas y labradas, repletas de tallas, pan de oro…etc.
No es hasta la Edad Contemporánea, a finales del s. XVIII, que el uso de la silla empieza a ser práctico, como en nuestros días. 
Aunque no faltó un ingenuo que ha inventado una banca de diputado, que se sostiene al revés (con las patas para arriba) con la ilusoria esperanza que los políticos, en algún momento, sienten cabeza!!!




CAMBIE ESE MAL HUMOR!!!


A PREPARARSE PARA DESPUÉS DE LA CUARENTENA!!!


LAS SUPERSTICIONES EN EL TEATRO


Desde las épocas más remotas, hubo gente que se aprovechó de los ingenuos y desprevenidos, y comenzó a comercializar todo tipo de talismanes y amuletos que supuestamente ayudan a la buena suerte. Circunstancia esta que se debe generalmente más a un hecho fortuito y luego comercializable, que a la verdadera cualidad mágica que supuestamente el objeto posee para provocar buena fortuna.

Basta con que en medio del bosque, alguien recoja del suelo una piedra con forma romboidal y a los pocos minutos, esa misma piedra le baste para ahuyentar a un lobo hambriento (pegándole previamente en un ojo), para que luego se le atribuyan poderes sobrenaturales a todas las piedras que contengan esa forma.

En todo caso, el fortuito hallazgo de aquella piedra fue la que lo salvó de ser atacado por el lobo hambriento y no la piedra en sí, y de todas formas, si hubiese sido la piedra, sería solo esa piedra específica y no todas las que tengan aquel formato, la que le sirvió para salvarlo del lobo, y en la última de las hipótesis, si no hubiese encontrado esa piedra, el hombre se hubiese defendido hasta con el cinturón que le sujetaba los pantalones, por lo que luego comenzarían a venderse los cinturones de la suerte contra los lobos hambrientos.

En definitiva concluyo que los amuletos, talismanes o como quieran denominarse, no son más que la proyección de la propia fe, depositada en un objeto que a su vez supuestamente nos la devolverá en el momento que la invoquemos. Pero los objetos en sí, por sí solos, no dan suerte, no poseen ninguna mágica característica que nos pueda ayudar, ni mucho menos.

Creo firmemente que la verdad de uno, recién se logra cuando se conoce la verdad del otro. Y en este caso en particular, creo que he dejado en claro mi punto de vista al respecto.

No caben dudas que la gente relacionada con el quehacer teatral, suele ser mayoritariamente supersticiosa y por ende, muchas también son las falsas creencias impregnadas de hechicería, que supuestamente ejercen un maleficio sobre alguien, por medio de existentes cualidades mágicas que poseen costumbres ya arraigadas (falta tan sólo el cinturón mágico contra los lobos hambrientos)

¿Pero de dónde surgieron esas supersticiones?

Ya he comentado en una nota anterior, la falsa creencia sobre el color amarillo que en un escenario trae supuestamente mala suerte, porque dicho color era el que vestía Moliere al momento de su muerte sobre el escenario, hecho éste absolutamente falaz, ya que como dejamos demostrado en aquella nota, Moliere no sólo no murió sobre el escenario, sino varias horas después en su domicilio, y además vestía de color morado, que era el traje que utilizó durante las cuatro funciones que alcanzó a hacer de “El enfermo imaginario” (Alguien tradujo el color en francés “amaranto” (un rojo casi morado), al castellano como “amarillo” y de allí la errónea creencia sin fundamentos reales.

Pero más allá de esta, existen otras que seguramente muchos teatreros a estas alturas ya deben estar enumerando, como por ejemplo la absoluta prohibición de mencionar la obra “Macbeth” en una sala teatral, ya que dicho esto, la mala suerte se ceñiría sobre el recinto.

Sin embargo, y para refutar de cuajo esta falsa creencia, puedo mencionar que así como Moliere es el autor más representado en la historia del teatro, también vale la pena recordar que justamente Macbeth es “la obra” más representada, llegando incluso –según estadísticas comprobadas- a realizarse una función cada cuatro horas en alguna parte del mundo.

Vale la aclaración que esta superstición que se mantiene a lo largo de los años y de los teatros, es de origen inglés. Hace referencia a que cuando una obra que estaba en cartel no tenía éxito, se suspendían sus representaciones y se programaba en su lugar la obra “Macbeth” que suponía ir sobre seguro hacia el éxito.

De ahí que cuando se menciona el nombre de “Macbeth” se asocia a que la obra va a ser un fracaso y se va a suspender, pero a las pruebas me remito con tantos éxitos que se erigen a diario en todo el mundo.

Otras de las “creencias” sobre el infortunio que ocasionan algunas prácticas en los recintos sagrados del arte, es la de “silbar en un escenario” ya que los supersticiosos, aseguran que esto también traería mala suerte.

En éste caso en particular, podemos encontrar su origen en los marinos, quienes cuando escaseaban las faenas a bordo de algún navío, conseguían un trabajo temporario en los teatros, que para esas épocas solían apreciar en buena medida sus contrataciones, por las específicas habilidades que estos marineros poseían en el manejo de las cuerdas que colgaban de los masteleros de los barcos. Dichas cuerdas también se encontraban en los teatros y eran manejadas por los llamados tramoyistas.

En la jerga teatral, la tramoya es el conjunto de máquinas e instrumentos con los que se efectúan, durante la representación, los cambios de decorado y los efectos especiales a través del jalado de cuerdas con pesas en sus otros extremos, muy similares a las utilizadas en aquellos barcos de la época, donde debían jalar las cuerdas para izar las velas.

Los marineros en cuestión, a causa del fuerte y constante ruido del oleaje que solía romper contra las embarcaciones, ante la imposibilidad de escucharse con quienes se encontraban en las alturas de la arboladura, solían comunicarse con estridentes silbidos, utilizando esos códigos sonoros de mil formas distintas.

Por la misma época, en el teatro ocurría algo similar, pero a la inversa que en el mar porque en éste caso no se podían hablar, sino que debían mantener un absoluto silencio mientras duraba la representación. Fue entonces que volvieron a comunicarse con silbidos en códigos entre quienes se encontraban entre bambalinas y seguían las alternativas del guión, y aquellos que transitaban las alturas de la parrilla. Los silbidos llegaban a oídos del “parrillero” y éste soltaba sogas conforme se habían solicitado, de pesas, decorados que subían o debían bajar y hasta el descorrer el telón.

Desde aquel entonces, se temía y mucho, que si algún desprevenido llegase a silbar en el escenario, ello podría ser confundido con alguna orden de soltar una pesa o decorado y partirle la cabeza al infortunado. Pero de allí a que silbar en un escenario se emparente con un hechizo mágico o maléfico, ni noticias.

Tampoco dejan de ser más que absolutas e injustificadas supersticiones como la de desear “suerte” ante una representación o estreno teatral.

Dicen los supersticiosos, que desear suerte ocasiona justamente todo lo contrario, por cuanto prefieren desear "Mierda” (o ”merde” en francés), y que este hecho se relaciona con los carruajes que a finales de los siglos XVI y XVII, llegaban tirados por caballos hasta las puertas de los teatros transportando al público que asistiría a la función teatral. Allí podía cotejarse la cantidad de bosta (excremento caballar) depositada en las calles del teatro, lo que suponía que si la cantidad depositada era considerable, había llegado bastante público a la representación.

Esta superstición se mantiene hasta el día de hoy, aunque ya no se utiliza más la tracción a sangre en las ciudades y ésta fue suplantada por las motorizadas, que en lugar de excremento de caballos, dejan manchas de aceite de motor, por lo que –adecuándonos a la época que nos toca vivir- en lugar de desearles a los teatreros “mucha mierda”, habría que desearles “mucho aceite”.

Lo que me lleva a una conclusión a modo de reflexión…

Una vez, se me cayó un salero y se rompió, y me dijeron que tendría un año de mala suerte.

A los pocos días, rompí también sin querer un espejo y me dijeron que por ello tendría siete años de mala suerte.

A la noche, cuando tomé un condón y lo miré, éste estaba roto… y me pareció que se estaba riendo a carcajadas del salero y del espejo.

H.D.M.

LOS NUEVOS VIRUS

“Los nuevos virus”

Hasta el momento -según la Organización Mundial de la Salud-, todavía existen al menos siete virus mortales entre nosotros, que no tienen vacunas ni formas de prevenirlos (como el ÉBOLA, el SARS, la GRIPE AVIAR, el MERS y nuestro actual carcelero COVID 19, entre otros).
Sin embargo -y a pesar que no lo denuncie la OMS- existe otro virus, que si bien se lo ha descubierto desde el comienzo de la humanidad, nunca se ha intentado desterrar ni se ha encontrado vacuna alguna que lo prevenga, y –según las frías estadísticas- es el más mortal de todos, ya que sus víctimas se suman por millones.
La tontería no se compra. Viene con el envoltorio con el que se nace. Algunos con mucha suerte, logran descascararse bastante a lo largo de la vida, pero la gran mayoría no tiene tanta fortuna ni capacidad para hacerlo solo.
Son aquellos que no sólo pululan por todas partes, sino que lamentablemente se van contagiando a pasos agigantados adquiriendo últimamente también la categoría de pandemia.
Una pandemia mucho más peligrosa y letal que todas las conocidas.
De a poquito van desarrollando esa tontería innata que los caracteriza, hasta que sin ninguna dedicación ni esfuerzo, llegan a convertirse en verdaderos profesionales de la tan mentada “estupidez humana”.
Según algunos científicos, se sospecha que es una enfermedad, producida por el virus “Boluderpis humanum” que afecta gran parte del cerebro -en aquellos casos de humanos que posean alguno, aunque sea de diminutas dimensiones- y que suele desarrollarse a través del paso de los años y en la mayoría de los casos, ser sumamente contagioso.
Las investigaciones médicas llevan más de tres mil años intentando encontrar una vacuna, sin resultados concretos y cuya única prevención hallada hasta el momento, se encuentra en una extraña sustancia que se desprende de la combinación de un elemento muy extraño llamado “tinta” y que al mezclarse con otro elemento denominado “papel” logra –con el tratamiento adecuado a lo largo de un tiempo-, controlar el virus casi en su totalidad.
A pesar de ello -y lamentablemente- dicha investigación no pudo, puede ni podrá desarrollarse jamás, ni llevarse a cabo en ninguna de sus etapas, porque -según argumentan los políticos de turno-, no se dispone del presupuesto necesario para tal efecto (y por supuesto debido también al nulo interés en lograrlo).
Lo único cierto es que esa “estupidez humana” producida por el “Boluderpis Humanum” avanza a pasos agigantados, y a los que aún no hemos sido contagiados (o al menos, eso creemos), nos agobia el pánico de la incertidumbre. ¿Ya estaremos contagiados y no lo sabemos? Porque si bien no existen testeos científicos que lo puedan certificar, debemos guiarnos por algunos hechos cotidianos que nos demuestran un contagio que podría ser al menos leve (como el de empujar una puerta cuando dice claramente “Tire”, el de tapar un inodoro en casa ajena o el de haber votado a un candidato que sabíamos a priori nos estaba mintiendo descaradamente)
Sin embargo -y a pesar de lo apocalíptico que pueden sonar estas afirmaciones-, esto no es lo peor.
Existe una ramificación de esta enfermedad, que ya ha causado grandes desastres en todos los ámbitos y cuyos principales afectados suelen ser principalmente gobernantes, políticos, sindicalistas, abogados, banqueros y otros tantos que sin necesidad de un título universitario, se contagiaron y transportan el virus dentro suyo de por vida.
Sin dejar de tener sus raíces en el “Boluderpis Humanum”, se ha transmutado en otro virus, absolutamente letal y sin duda más mortífero que el anterior: el famoso virus “Junagran Putus” que ha mutado de forma constante y sin freno y es sin duda la principal causante de la terrible enfermedad que ha sido mundialmente conocida como “Japutez”
Ambos virus están contagiando a gran parte de la humanidad, pero éste último se ha descubierto que no solo es mucho más letal que el primero, sino que fue premeditada e intencionalmente ocasionada por quienes, cuyo único objetivo siempre fue el de pertenecer a un pequeño grupo de personas (si se me permiten el adjetivo), que pueda vivir lujosamente a costa de las necesidades de muchos grupos de otra gente.
El modus operandi de esta gran organización de características mafiosas es muy simple y no necesitaron de ningún laboratorio que se les produzca el virus. Por un lado entregan a esos muchos grupos de gente una “cajita de la felicidad” con una pequeña cantidad de productos comestibles básicos (y muy económicos, por cierto), para que no tengan que “esforzarse” en conseguirlos, y a cambio les retiran el antídoto con esa sustancia que se desprende del papel impreso con tinta, que podría llegar algún día a quitarles sus privilegios.
Pero allí no termina la cosa. Ese maloliente grupo de gente portadora del virus “Junagran Putus”, siempre necesitan de apoyo coyuntural para lograrlo y allí en donde comienzan a contagiarse periodistas, medios de comunicación, operadores y hasta famosos de cualquier rubro, que a cambio de la famosa danza de los billetes, son capaces de gritar calurosa y desaforadamente sus insostenibles “verdades”.
Hoy en día la tecnología ha permitido en gran escala a través de las redes sociales, una movilización natural y refrescante al respecto, intentando alcanzar otro antídoto que reemplace a aquel conocido del papel y tinta, que resultaba tan fácilmente inflamable.
Pero viendo los aterradores resultados que esas redes estaban ocasionando a sus propósitos, los enfermos de “Japutez” no se iban a quedar de brazos cruzados, y por ello comenzaron a trabajar ardua y febrilmente (por cierto, es en lo único que “trabajan ardua y febrilmente”) para contrarrestarlos con hackers, trolls, espías y vigilancia cibernética y por supuesto la consecuente “censura”, para “preservar” a la población de las malas influencias que se propagan por dichas redes, utilizando suspensiones de las mismas, bloqueos y hasta inhabilitaciones totales, haciendo desaparecer de un plumazo quince años de publicaciones de toda índole, como si jamás hubieran existido (mi mejor ejemplo soy yo mismo, que tuve que crear una nuevo muro de facebook -y lo escribo en minúscula, porque no se merece el menor respeto de mi parte-)
Goebbels -el ministro de propaganda de Hitler- se sentiría orgulloso de saber que a pesar de que han pasado tantos años, aún hay políticos hoy en día, -en muchísimos países- que siguen utilizando los mismos once principios de la propaganda nazi, que él supo establecer y que por lo visto les siguen dando muy buenos resultados a sus propósitos.
Tal vez algún día despertemos de tantas horribles pesadillas y encontremos las vacunas y los antídotos suficientes contra todos esos virus y también contra tantos “Junagran Putus”.
Pero si nos quedamos esperando a que sean los demás quienes hagan algo, tal vez ese mismo “algún día” sea ya muy tarde.

H.D.M.

CANTIDAD DE PERSONAJES DE CADA COMEDIA


Un poco de humor


Humor sobre la realidad


"EL VIRUS DE LA CARCAJADA"

"EL VIRUS DE LA CARCAJADA"
Una comedia para reír sin parar
y donde nadie quedará inmune!!!
Éxito en Calle Corrientes, CABA
y en Sarasota -Florida- EEUU
Pueden descargar el texto gratuitamente desde los apartados "archivos" en los grupos
"El mundo de la comedia" https://www.facebook.com/groups/880330789148907/files/
"Grupos de Teatros Independientes Pcia. Bs.As."
https://www.facebook.com/groups/gtiba/files/
"Movimiento TAT ("Todos Al Teatro")
https://www.facebook.com/groups/285618522164587/files/





LA PENTALOGÍA DE PEPITO Y JUAN

La pentalogía de Pepito y Juan
que está haciendo reír al mundo...!!!
"UN MAL DÍA"
"EXTRAÑOS HÁBITOS"
"NOCHE DE EXORCISMO"
"HABEMUS PEPIS"
"UNA BODA EN UN FUNERAL"



Merecido

He leído por allí:
"Te mereces todo lo que hiciste a otros...
Tú sabrás si eso te da miedo o felicidad"
Bueno, pues... Un poco de cada cosa...
Felicidad por todas las carcajadas que he arrancado con mis comedias...
Un poco de miedo si eso incluye también el sexo!!!😂😂🤣🤣

"UN MAL DIA" Éxito total!!!


miércoles, 10 de junio de 2020

Más éxitos en cada ciudad!!!


UN ÉXITO EN CADA CIUDAD!!!!



"MI MUJER ES EL PLOMERO" en TVE Ceuta España


El humor sobre los políticos


(Y esto va en serio)



Me preguntaron el porqué de mis constantes ironías y sarcasmos o el continuo humor que en muchas ocasiones planteo en algunas de mis comedias y escritos sobre la figura de los políticos, habida cuenta que debido a ello, algunos han supuesto que me embarga una ideología de origen anarquista o simplemente en contra de todo sistema democrático.  Nada más lejos de la realidad.

A mi entender, fueron muy pocos (poquísimos a mi gusto) la gente dedicada a la política que mantuvo un sendero de verdadera honestidad a lo largo de su carrera pública, y se retiraron de la misma con lo que ya tenían (y en algunos casos, con mucho menos).  Todo el resto (y hablo de muchísimos países) han sido corruptos, ventajeros u oportunistas; deshonestos, arribistas, aprovechadores, ventajistas o muchos otros adjetivos, y que en algún momento (la gran mayoría) se han visto inmersos en un inmenso caudal de posibles y sospechosos negociados de oscuros réditos y procedencias, cuando por el contrario, tendrían que haber estado al servicio del país y su gente, y no de su propio peculio (algo que mucho nos han roto a nosotros)

A pesar de ellos, sigo creyendo en la democracia y en la libertad.

Desde que tengo uso de razón (si es que alguna vez la tuve), escucho declamar con elocuentes, sólidas contundentes, rígidas  y elegantes palabras a todos esos políticos en cuestión, donde dejan a uno absorto y pensando “tiene razón”.  Pero enseguida aparece otro, del sector opuesto, que con argumentos absolutamente contrarios a los del primero, pero con idénticas condiciones verborrágicas, te convencen de lo contrario, por lo que en definitiva uno se queda entendiendo cada vez menos y suponiendo que le han tomado el pelo tan sólo para conseguir sus objetivos de poder.  Y eso es exactamente lo que buscan.  Son los viejos paradigmas de “divide y triunfarás” como el que siempre sostengo de “Cuán importante es saber cada día más, para no vernos abandonados a la indigencia cultural a la que necesitan arrojarnos”.

Y a pesar también de ello, sigo creyendo en la democracia y en la libertad.

Si alguno a estas alturas está tratando de deducir a qué partido pertenezco con tales aseveraciones, le recomiendo no perder su tiempo. 

No pertenezco a ninguno desde que empecé a abrir los ojos.

No soy kirchnerista ni del Pro en Argentina (y mucho menos de Del Caño –Dios me libre y  guarde!!-). No soy del Likud de Netanyahu ni del Azul y Blanco de Gantz en Israel.  No adhiero al PP, al PSOE, ni a Podemos (y mucho menos a los franquistas de VOX -franquistas, que vale la pena recordarlo siempre, fusilaron entre muchos otros, también a García Lorca y esa mancha no se borrará jamás) en España.  No comulgo con el Frente Amplio, con el partido Colorado  ni con el Nacional de Uruguay.  Lo mismo me ocurre con los partidos de Colombia, Perú, Bolivia, Ecuador, etc. Y aunque alguno piense que al no vivir en esos países, no me tendría que importar, pues los contradigo y sí, me interesan.  Porque me importan sus pueblos que son como yo y han sido estafados a lo largo de la historia con fútiles promesas, dádivas insignificantes y panaceas circunstanciales.

Y sin embargo sigo creyendo en la democracia y en la libertad.

A esos lugares y a ese público también llegan mis obras, gracias a los inagotables teatreros que luchan día a día por mantener viva la llama del teatro, ante los cuales me quito el sombrero y debo decir que los admiro.  Siempre han sido “el último orejón del tarro” en cuanto a presupuestos gubernamentales y a pesar de todo siguen allí a pie del cañón, llevando cultura aunque más no sea a cuestas.

Debido a todo eso me declaré hace mucho ya, un librepensador y no le debo pleitesía a ningún “líder”.

“Librepensador” es una persona que sostiene que las posiciones referentes a la verdad (las de uno mismo en este caso), deben formarse sobre la base de la lógica, la razón y el empirismo en lugar de la autoridad, la tradición, la revelación o algún dogma en particular. Y esto -lamentablemente- molesta hoy en día a mucha gente.

Algunos lo llaman independiente, libre, emancipado, neutral o soberano pero que en definitiva no es más que eso, un librepensador.  Es a quien no lo llevan de las narices con “palabras elegantes, bonitas y rimbombantes” desde una tribuna partidista, ni con un calcomanía de adhesión de por vida a un determinado partido; a quien no lo engañan con falsas promesa electorales y mucho menos con cajitas de comidas, globos o sándwiches callejeros.  Quien ya no cree en los “enemigos de la patria” sino en los adversarios políticos.  A quien aquello de “el pueblo unido…” ya no lo convence, sobre todo cuando sabemos que ningún pueblo nunca podrá estar totalmente unido porque son una suma de individualidades. Tal vez encontremos muchas minorías, todas piensan distinto y quieren transitar diferentes caminos, pero unidos es muy difícil.  Los mismos que no nos dejamos influenciar por los “periodistas de opinión” tanto de un lado como del otro, absolutamente parciales y tendenciosos.  Somos aquellos que intentamos leer las entrelíneas de los discursos y utilizamos (en base a la cruda experiencia personal al respecto) el viejo lema sobre la política de “piensa mal y acertarás”.

Absolutamente ninguno de esos políticos a los que me refiero, fue, es o será nunca mi amigo (ni de ninguno de ustedes, porque si algo caracteriza a un político es justamente “la imposibilidad natural de conservar amigos”).  Porque además no sólo no me conocen y no les importo en absoluto, sino que lo único que buscan es mi voto para lograr más poder. 

Es entonces cuando comprendemos que esa herramienta -el voto-, esa arma casi letal para las ambiciones políticas de todos ellos, adquiere una importancia sublime.  Tan ínfima como vital en la sumatoria. Y lo vemos en sus demostraciones de querer acercarse hipócritamente a nosotros en épocas electorales (cosa que no harían en ninguna otra circunstancia), visitando nuestras ciudades o barrios, besar a nuestros hijos, sonreír y acariciar a nuestros jubilados, asegurar que poseen la solución a todos nuestros problemas y que con ellos nos llegará la felicidad (aún a pesar de que muchos de ellos ya han participado en gobiernos anteriores).  No tengo dudas que son los más altos exponentes de la falsedad e hipocresía de esta sociedad, y me reiré cuantas veces pueda de ellos a través de mis escritos (como ocurrió en la comedia “La casa del senador” y que ha sido un éxito y llenado salas en muchos países ya), porque es la única arma que utilizo.

Y allí es cuando más creo en la democracia y la libertad.

Moliere fue terriblemente censurado y combatido por satirizar, mofarse y dejar en evidencia la hipocresía de los religiosos, los médicos y los burgueses de su época.  Nada más lejos de mis intenciones compararme con semejante genio y padre de la “Comédie Française,”, pero podría decir que voy a procurar seguir sus pasos con la ironía, el sarcasmo y la burla sobre los mayores hipócritas de nuestra era -los políticos- y algunos otros personajes que también nos rodean. 

Seguramente por ello también me censurarán y allí es donde creo aún más en la democracia y en la libertad.  

Fue el fanatismo de algunas personas (Fanatismo: “apasionamiento extremo y tenacidad desmedida en la defensa de creencias u opiniones, especialmente religiosas o políticas”), la que me ha demostrado su falta absoluta de raciocinio, al ver y escuchar las descalificaciones y virulentas agresiones hacia otra persona que piensa distinto. No logran comprender que si alguien piensa de una manera diferente, no es un enemigo al que hay que convertir a su ideología o exterminar (en cualquiera de sus formas), sino que se trata simplemente de “otra” persona, que calza distintos zapatos que los suyos y con los que transitó desiguales caminos. 

Los políticos inescrupulosos, se aprovechan descaradamente de esos fanáticos y los utilizan constantemente como primera línea de fuego en su batalla por consolidar más su poder.

Algo similar (salvando las sangrientas distancias) ocurre con la Jihad islámica. 

Sirve aquí distinguir -sin negar la conexión- entre islam e islamismo.

El segundo no puede pensarse sin el primero, del cual saca las bases fundamentales de su plataforma ideológica.  Ahora bien podemos decir que los musulmanes practicantes del islam se dividen a grandes rasgos en pacíficos y fanáticos; mientras que los musulmanes que integran el islamismo, necesariamente son violentos y absolutamente repudiables. Uno puede considerar pacífico a un musulmán que practique aspectos de su fe de manera privada sin violar derechos de terceros. Pero no puede considerar pacífico ni bueno a un islamista. Hablar de un islamista bueno es equivalente a creer que un nazi activo y militante, puede ser buena persona.

Existe una notoria agresividad por parte del islamismo, en la consideración colectiva a grupos religiosos no islámicos (sobre todos cristianos y judíos) a modo de discriminación general.

Aquí les transcribo una prédica colectivista de un imán como claro ejemplo:

“Los Cruzados (Cristianos) y los Sionistas (Judíos) son los enemigos de Alá, los descendientes de monos y puercos… son la escoria de la raza humana, las ratas del mundo, los violadores de los pactos y acuerdos, los asesinos de los profetas, pues sí, ¡son descendientes de puercos y monos!”

Según su criterio, Mahoma les dijo que “cuando encuentren un infiel (cristiano, judío y todo aquel que no profese el islamismo) debían convertirlo al islam… o degollarlo”.  “Si eso no es fanatismo… ¿El fanatismo dónde está?”, y lo vemos lamentablemente muchas veces sobre todo en Europa, cuando uno de estos fanáticos asesina a puñaladas a desprevenidos transeúntes al grito de “Alahú Akbar” -Alá es grande-

Y cada vez que veo estas cosas, creo más en la democracia y en la libertad.

Así que nadie intente siquiera convencerme de nada.  Mucho menos los fanáticos, en temas como política o religión.  

Algo similar ocurre también con el deporte y unos cuantos muertos por ese tema en muchos países del mundo lo certifican.  Me resulta tan absurdo, irracional, incoherente, descabellado, insensato, ilógico, disparatado, inadmisible y millones más de otros tantos epítetos, que una persona odie a otra por su preferencia deportiva, como así también por su ideología política o religiosa.  Esto no hace más que demostrar el nivel cultural al que nos han arrastrado esos mismos “políticos” y “líderes” a lo largo de la historia de la humanidad.  Por eso insisto tanto con que “comprendamos” la historia y la recordemos para no estar condenados a repetirla.

Vale la pena aclarar que siempre he respetado, respeto y respetaré a rajatabla el derecho inviolable de cada uno a expresar su opinión, sea cual fuere (incluso si apoya o “adora” a un determinado político), pero por supuesto siempre y cuando no conlleve injurias gratuitas, insultos descalificantes, ni maltrato tanto verbal como físico en contra de quienes piensan distinto. Mi derecho termina donde empieza el de los demás y viceversa

Tampoco estoy dispuesto a perder amigos o conocidos por política o religión.  No los he perdido a lo largo de toda mi vida por el deporte (aún conservo amigos de la infancia que aman cada uno a su equipo de fútbol) ni por la religión (de hecho tengo una hija católica y dos hijos judíos –por derecho de vientre- y yo en particular, no profeso ninguna otra religión más que la del Dios de Baruch de Spinoza), no veo porqué debo hacerlo por la política partidista. Quien piensa a la inversa seguramente es porque le dará más valor a aquel tema que a una persona.  No lo comparto, pero le guardaré el merecido respeto que se merece, mientras no agreda al resto.

Mientras tanto, seguiré escribiendo comedias, dramas, cuentos, chistes o notas en Facebook o Instagram, en una computadora, en papeles, en hojas sueltas y hasta en las puertas de los baños públicos si es necesario, y me seguiré riendo de los políticos cuanto pueda, como ellos se ríen de mí con su desvergonzada hipocresía.  Pero nunca me callaré.  

Tampoco me mueve saber si aporto mucho, poco o nada con lo que escribo.  Lo hago por la necesidad personal de divertirme con mis comedias y de plantear a través de ellas, cuanto pienso y me duele.

Insisto, cuanto más sepamos, menor será la posibilidad que tendrán de arrojarnos a la indigencia cultural.

Podrán criticarme por todo esto, dejar de leerme y hasta bloquearme.  Incluso a denunciarme otra vez (como ya lo han hecho para inhabilitarme del Facebook) pero ello solo dejaría en evidencia la vileza de un alma embriagada en fanatismo.

Por mi parte, pese a quien pese y le duela a quien le duela, seguiré creyendo fervientemente en la democracia y en la libertad.



PD: Para quienes no lo conocen, mañana hablaremos sobre el Dios de Baruch de Spinoza

Infinitas gracias a quienes me siguen.

H.D.M.