viernes, 19 de junio de 2020

DOS PUNTOS: A SABER...

1) Antes de la invención del papel higiénico se utilizaban materiales diversos: lechuga, trapos, pieles, césped, hojas de coco o de maíz.
Los antiguos griegos se aseaban con trozos de arcilla y piedras, mientras que los romanos se servían de esponjas amarradas a un palo y empapadas en agua salada. Por su parte, los inuit optaban por musgo en verano y por nieve en invierno, y para las gentes de zonas costeras la solución procedía de las conchas marinas y las algas. 
Los primeros en crear y usar papel higiénico fueron los chinos, quienes en el siglo II A.C. ya diseñaron un papel cuyo uso principal era el aseo íntimo.
Varios siglos más tarde (allá por el siglo XVI), las hojas chinas de papel destacaban por su gran tamaño (medio metro de ancho por 90 centímetros de alto). Sin duda, estas hojas estaban en consonancia con la posición jerárquica de sus usuarios: los propios emperadores y sus cortesanos.


2) Los antiguos romanos de las clases pudientes utilizaban lana bien empapada en agua de rosas, mientras que la realeza francesa utilizaba nada menos que encaje y sedas. La hoja de cáñamo era el más internacional de los materiales utilizados por los ricos y poderosos.
Pero el papel de los orígenes, (por el 1880) no era el producto suave y absorbente de nuestros días.
En 1935 se lanza un papel higiénico mejorado bajo el reclamo de “papel libre de astillas’. Esto nos hace deducir que lo habitual de la época era que el papel higiénico contara con alguna que otra impureza, no apta para quienes sufrían de hemorroides.

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