martes, 28 de julio de 2015

Cuento de humor: "Missión Possible"

“Missión Possible”
(Un 000 a la izquierda)

A pesar de lo que muchos creen, aún se mantiene en secreto que existen dos clases de servicios secretos en algunos países del mundo.  Por un lado están las agencias de inteligencia del estado, que se encargan de los trabajos de seguridad y espionaje, y por el otro los verdaderos servicios secretos a los que la palabra resume: baños no declarados y escondidos.
Con respecto a éstos últimos, desde que fueron creados los primeros, allá por el fondo a la izquierda hasta la actualidad, también estuvieron llenos de espías, agentes encubiertos, espiones, voyeuristas, etc. que luego informaban o pasaban la información a sus superiores.  Es decir, alcahuetes a sueldo, siempre dispuestos a contar su punto de vista, y -según rezaba el manual del perfecto espía de los servicios secretos en aquellos baños escondidos- “a luchar sin descanso, para salvar al mundo de las maldades de los malos”.
Dicho manual era seguido al pie de la letra por el agente Kevin Hoacer, conocido como el cero, cero, cero a la izquierda, correspondiendo aquel número en código, a la cantidad de éxitos obtenidos en su lucha contra el mal.  A causa de ello, alguien había propuesto que el código numeral también podría aplicarse en base a los fracasos, pero el jefe se opuso terminantemente ya que a raíz del caso de Kevin, no se aceptaban cifras mayores a seis dígitos.
Algunos de sus colegas sostenían que lo mejor que podía hacer un espía, era espiar el manual del contraespía, para así prevenir los hechos y no verse sorprendido por éste, pero tomando en cuenta que el propio contraespía podía estar espiando del mismo modo el manual del recontracontraespía, esto resultaba intrascendente por lo que había que espiar a su vez el manual de requeterecontracontraespía, y así sucesivamente hasta lograr una biblioteca exclusivamente de espionaje, por lo que 000 finalmente no leyó nada.
Sus éxitos se los debió pura y exclusivamente a su experiencia, que como no la tenía, tampoco triunfó en nada.
La agencia de espionaje era el servicio secreto de inteligencia del estado, pero como 000 carecía de inteligencia, no podía pertenecer allí.  Tampoco a los baños escondidos, ya que allí también se necesitaban espías con un mínimo atisbo de astucia para fisgonear en la vida de otros, por lo que finalmente lo asignaron al servicio secreto público, es decir a los baños escondidos muy pocos aseados, donde todos dejaban sus recuerdos.
Harto ya de tantas desventuras, su jefe Greoffrey Taba, lo mandó llamar.  Una vez adentro de la oficina, el jefe lo miró severamente y le dijo poniendo un expediente sobre el escritorio
-Esta va a ser tu última oportunidad...-  Luego de una muy breve pausa, sacó un paquete de cigarrillos y lo abrió.  Lo miró profundamente, encendió uno y le dijo con severo tono, mientras exhalaba el humo muy placenteramente.
-¿Sabes lo que es esto?-
-Ahá- contestó 000 seguro de sí mismo -Un cigarrillo-
-Me refiero al expediente... ¿Sabes qué contiene?-
-¿Las enfermedades que trae el tabaco?- preguntó 000, un tanto ingenuamente
-¡No!- Comenzó a ofuscarse el jefe -¡Es una foto! De la persona que va a ser tu pesadilla durante los próximos meses...!-
-¿Va a cambiar la foto del perfil del facebook?-
Geoffrey apenas si podía contener su furia.  Acercó su cara ardiente y transpirada por la cólera, al rostro impasible de Kevin y le dijo muy severamente, con los dientes apretados a modo de amenaza
-Dime la verdad... ¿Tengo cara de idiota?-
000 no contestó de inmediato.  Se tomó unos cuantos segundos para mirarlo profundamente de frente y de perfil, hasta que por fin respondió
-¿Tengo que contestarle la verdad, o que no?-
La paciencia del jefe llegó a su límite.  Comenzó a salirle humo a través del cuero cabelludo, los ojos totalmente enrojecidos se agrandaban y los músculos de sus brazos empezaban a desgarrar las mangas de la camisa.  000 entendió de inmediato, porque el médico ya le había advertido a Geoffrey, que si no controlaba su presión arterial, se autodestruíría en cinco segundos.  Y así fue. Del jefe no quedó más que el recuerdo y unas cenizas humeantes en el piso.
La secretaria tuvo que aclararle a 000 cuál sería su misión.
Era tan peligrosa como difícil (la secretaria), aunque sumamente rápida (la misión... y también la secretaria) y ésta justamente (la misión) consistía  en eliminar a todos los contactos del jefe de la mafia de la droga en la ciudad.
000 se puso de inmediato a trabajar y le bloqueó el Facebook.  Pero le dijeron que no había servido de nada, porque aquellos contactos aún seguían en contacto.  Quiso cortarles la luz, pero le explicaron que no se trataba de ese contacto. Llamó a varios ginecólogos, y nuevamente debieron aclararle que no se trataba de ese “con tacto”.  
Ya estaba casi desesperado buscando una solución cuando el agente 666, más conocido por “el diabólico” -por sus formas poco convencionales de resolver entuertos (les quitaba el otro ojo)- le sugirió una forma de acabar con todos.
En la agencia manejaban la información que todos aquellos contactos del las tres bandas que se habían asociado, se reunían una vez a la semana en un depósito abandonado al lado del puerto, para organizar la distribución de la droga.
000 preguntó porqué él no manejaba esa información, y le explicaron que porque seguramente  la chocaría
666 le propuso entonces tenderles una trampa para atraparlos a todos juntos.  000 quiso salir presuroso a conseguir una red de semejantes dimensiones, pero 666 le tuvo que explicar que así no se los atrapaba.
El agente Polyana, a quien le asignaron el código 555, en ese momento se estaba perfumando en otra oficina de la agencia, y comenzó a discutir con el 777 porque a éste no le gustaba que le toquen el código y mucho menos, tres veces seguidas.  En medio de la controversia entre 666 y 000, el primero marcó 999 y llamó a 555 y 777 para que junto a 111 (más conocido por “violado once veces”) se apersonaran (o numeraran) en la oficina del jefe, pero ya que éste no estaba porque se había autodestruído, la silla la ocupó provisoriamente, su secretaria la agente 444, más conocida por Forest.
Allí comenzaron la reunión de agentes (aunque más que eso, parecía una sala de Bingo).
-¿Cuál es el problema?- preguntó la 444
-El 000 no entiende al 666- respondió el 555
-¿Qué tiene de raro?- interrumpió el 777 -El 000 nunca entiende nada-
-¡Mentira!- exclamó indignado el 000 -¡Lo único que no entendí fue cuando se casó mi primo y en su noche de bodas le escribieron en el coche “Negocio (léase al revés)”!-
-¿Y porqué mató después a su esposa?- preguntó el 666
-¡Yo no la maté! ¡Lo juro!- Dijo asustado el 000
-¡No! ¡Tu primo!- Le dijo el 555,
-¿Él mató a mi esposa?-
-¡No! A la suya!- le espetaron el 666 y el 777
-Ahhh... Aparentemente fue por dinero- volvió a responder seguro el 000
-¿Por dinero?-  inquirió intrigada la 444
-Si.  Yo deduje que ella tenía mucha plata, porque escuché que hacía negocios con un montón de gente!-
Tres largas horas estuvieron allí reunidos, discutiendo fervorosamente, hasta que por fin dejaron ese tema y acordaron abocarse al asunto de inteligencia que los había convocado.
000 Se levantó como para irse, pero le dijeron que a pesar de ser una reunión de inteligencia, iban a hacer una excepción y él podría participar.
-Esto no va a ser nada sencillo.  Ellos son muchos y están muy bien armados- se lamentó el 555
-No podemos hacer nada sin un plan minuciosamente establecido- sugirió el 777
-¡Yo tengo uno!- Exclamó contento el 000
Todos se miraron incrédulos y alguno hizo un leve amague de irse, cuando la 444 los detuvo mientras les decía
-Un momento... No saquemos conclusiones apresuradas... Tal vez, realmente tenga un plan... Escuchémoslo....- luego giró hacia 000 y lo miró con toda atención
-Veamos... ¿Cuál es tu plan?-
000 se incorporó y comenzó a caminar en círculo alrededor de ellos como un catedrático en medio de una conferencia ante sus alumnos
-Sabemos el lugar exacto y además el día y la hora en que todos los traficantes de las tres bandas, se van a reunir para repartir el botín, ¿No es cierto?  Nuestro informantes nos han informado al detalle, cuanto nos hacía falta saber.-
-Si- afirmaron todos
-Bueno- prosiguió 000 -¡Entonces vamos, les decimos “quedan detenidos” y listo!-
666 comenzó a cargar su pistola y el 555 sacó un filoso cuchillo, pero la 444 los detuvo al instante
-Nada de violencia- A regañadientes todos volvieron a guardar sus armas -Si 000 piensa que es tan sencillo, pues entonces que vaya y los atrape, no?-
-Ir solo puede resultar muy peligroso.  Mejor yo voy con él- dijo solícito el 777
-¡No!- Interrumpió la 444 -Si los descubren y los matan, perderíamos mucho.  No.  Lo mejor es que 000 vaya solo y si lo matan, no perdemos nada.-
Contento y excitado porque finalmente le habían concedido una misión y por sobre todo basada en un plan suyo, el 000 salió raudo de la oficina.
Intentó seguir paso a paso todas las instrucciones que se enumeraban en el manual del perfecto espía, que por fin se dignó a leer, aunque se dio cuenta un poco tarde que se había equivocado y en lugar del manual se había llevado la obra de Dostoievsky “El idiota”.  Si bien era más acorde a su personalidad, no lo era tanto para la ocasión.
De allí se fue de inmediato a la sala de inventos, en donde se investigaban, imaginaban, diagramaban y creaban todo tipo de las más novedosas armas.
El ingeniero a cargo de la invención de aquellas armas, era el científico teniente coronel primero Armando Tiburcio Gedón, egresado de Alcatraz, más conocido en el ambiente por ArmaGedón.
000 Comenzó a recorrer el lugar y a descubrir las armas y aparatos más sofisticados que los ingenieros de la agencia iban creando, en su incansable lucha contra los malos del mal.
Tomó uno de esos diminutos y alambicados aparatos de un escritorio de pruebas y preguntó inocentemente:
-¿Esto es un arma?-
-Cuidado con eso- le dijo el científico -En tus manos puede ser muy peligroso-
-¿Qué es?- volvió a preguntar 000
-Se trata de un pequeño dispositivo de fuego, que está compuesto por gas líquido en su interior y una piedra que origina la chispa necesaria para activarlo.  La ventaja es que no ocupa lugar y resulta muy liviano para transportarlo.  Puedes llevarlo en la mano o en un pequeño bolsillo-
-¿Cómo se llama?-
-Encendedor.  Es muy práctico para los que fuman- contestó el científico.
-¿Y esto otro que parece papel higiénico?-
-Pues justamente es papel higiénico.  Te puede resultar muy útil para el resultado de tus misiones- le volvió a contestar el ingeniero. -Ahora dejemos mi escritorio y pasemos a la mesa de las armas-
Una vez allí, y siguiendo expresas instrucciones de la 444, le entregó un arma.
-Aquí tienes- le dijo el científico -Una Smith & Wesson MP9, un arma 100% policial de polímero de altas prestaciones, con un diseño ergonómico y sin martillo a la vista... Una de las mejores que tenemos-
-No tiene balas- dijo 000 un tanto sorprendido -¿Sin balas cómo voy a defenderme? Me van a matar-
-Creo que esa es la idea- sentenció tristemente el ingeniero mientras se iba a fumar un cigarrillo.
Al principio 000 no entendió muy bien lo que habían intentado decirle.  Pensó que tal vez se trataba de algún código secreto, o simplemente que esperaban que haga un trabajo silencioso, sin balaceras.
Así que no lo pensó más y se puso en marcha hacia su objetivo.  Apenas salió a la calle, subió rápidamente a un auto y gritó
-¡¡Siga a ese taxi!! Cuando se dio cuenta que en el auto no había nadie, que era el suyo y que no había taxi al que seguir, lo puso en marcha y se dirigió al puerto.  
Llegó hasta lo que aparentaba ser un viejo depósito abandonado.  No era en realidad tan viejo ya que había sido contruído no hace mucho, tampoco era de-pósito sino de-la mafia y no fue abandonado, sino que allí se reunían todos los domingos los integrantes de la banda (para ensayar sus canciones) y los martes los mafiosos de la droga.
Aquella banda (la de rock) solía dejar allí sus instrumentos, y la banda (de mafiosos) nunca lo objetaron ya que les servían de cortina a sus intereses, incluyendo un par de canciones que también le sirvieron, pero de cortina musical para sus reuniones.
Si había un hobby que al 000 le apasionaba era tocar la batería.  Ya de muy pequeño, solía destrozar cuanta cacerola nueva compraba su madre, intentando armarse una batería de percusión con la batería de cocina, incluyendo alguna que otra escupidera, aunque finalmente el que terminaba batido era él, pero a palos.
Muy placentera fue su sorpresa, cuando al entrar sigilosamente en el depósito abandonado, descubrió la impresionante, moderna y espectacular batería que la banda de rock había dejado armada en el piso superior.
Embelesado comenzó a mirarla y admirarla con tenues y dulces caricias, tan suaves que hasta temía dañarla, mientras sus ojos se maravillaban de éxtasis.
Tan ensimismado estaba en su goce, que no advirtió que en el piso inferior estaban ingresando los mafiosos de las tres bandas, que si bien no confiaban unos en otros, se habían asociado para hacer éste gran negocio, al tiempo que se acomodaban en círculo en medio del enorme salón, para su reunión semanal.
Con movimientos tenues y lentos, 000 se sentó al frente de la batería, encendió el control del impresionante equipo de música que se encontraba a su lado, y en cuyos amplificadores estaban conectados los micrófonos que apuntaban en dirección a cada tambor.  Se colocó unos grandes auriculares para disfrutar a pleno del sonido de la percusión y accionó una enorme palanca que había sobre la pared, para encender más luces, sin saber que en realidad se trataba de un dispositivo secreto que trababa herméticamente todas los portones del depósito.
Ante la ansiedad de escuchar el instrumento, desistió de una mayor luminosidad y girando la perilla del sonido hasta su máxima potencia, comenzó un estrepitoso e interminable redoble, el cual amplificado en su colosal capacidad, sonó como una verdadera orquesta de ametralladoras que disparaban desde todos lados, debido al retumbe natural del lugar cerrado.
Con el lugar casi a oscuras, fue imposible describir el pánico que de pronto invadió a los mafiosos, sin saber de dónde provenían los disparos y comenzando a responder enloquecidamente hacia todos lados, creyendo que se trataba de una trampa de sus ocasionales socios, en medio de la penumbra del lugar que se iluminaba solamente con las luces de los continuos disparos, produciéndose una interminable balacera, cuyo fin llegó solamente cuando estaban casi todos muertos por sus propias balas.
El jefe de los mafiosos y su segundo, ante tal sanguinario espectáculo y temerosos de perder la vida también ellos, arrojaron sus armas y se entregaron sin saber a quién, pidiendo clemencia.
000 intentó nuevamente encender las luces con la misma palanca de antes, pero lo único que logró fue desactivar el bloqueo a las puertas, por lo que fueron abiertas por los policías que esperaban afuera, quienes ante el ruido, entraron de inmediato y capturaron a los jefes de la droga.
Extenuado pero sumamente satisfecho de su redoble, 000 se quitó los auriculares y se dispuso a bajar por las escaleras, cuando uno de los policías encendió las luces y lo vieron.  Todos estallaron en aplausos hacia el 000 y éste, un tanto sonrojado, agradeció con una leve inclinación de cabeza.
Por haber acabado él solo con la organización mafiosa más importante de la zona, fue condecorado con la cruz de plata del valor, el cáliz de oro de la honra y la ostia que le dio la 444.  
Desde aquel momento al cero, cero, cero, nadie más se animó a romperle los códigos.
Hoy en día, ya retirado, goza de su pensión... ya que no le alcanza para pagar una casa decente, y de vez en cuando se hace una recorrida por los baños públicos, para no olvidar aquellos aromas que lo transportan a los mejores recuerdos de su servicio, en los servicios secretos.
Lo que nunca pudo abandonar, fue el viejo vicio de tocar la batería... sobre todo en invierno, cuando el coche no le arranca.

H.D.M.