sábado, 24 de enero de 2015

Comedia en video: "Extraños hábitos"

"EXTRAÑOS HABITOS"  luego de 4 años de éxito en calle Corrientes en CABA, gira por Uruguay

(Click en el título para ver el video)


Novedades: "Extraños hábitos" en Valencia, España

"ESTRANYS HÁBITS" en idioma valenciano, en Cullera, Valencia, España
(Click en el título para ver la información)






Link para descargar "Noche de exorcismo"

"Noche de exorcismo"  link para descargar el texto haciendo click en el título



OPINIONES
(Clik aquí para ver opiniones sobre "Noche de exorcismo")

CRITICA ESPECIALIZADA
(Click aquí para ver una de las críticas)

Novedades: Adaptación de "Los imperfectos" en Soria, España

"LOS IMPERFECTOS" en Soria. España

(Click en el título para ver la información)


viernes, 23 de enero de 2015

Cuento de humor: "Los indios Comechipotes"

“Los indios Comechipotes”
(La leyenda del Gran León Rosado)

A principios del siglo pasado, es decir... a principios de siglo pasado, el Marqués Rodrigo Loso de Loyo, era un ferviente admirador de la historia y en particular de todo lo concerniente a los colonizadores que se aventuraron en las américas conquistando las indias... y también a otras nativas.

Tanta era la admiración que sentía por sus hazañas, que siempre tuvo el sueño de emularlos en alguna de sus formas.

Además de gozar de una considerable fortuna, gozaba también de una gran reputación. Siempre se dijo en su comarca que era uno de los más reputados.
Con la que no gozaba, era con su mujer (de una buena reputación) ya que desde que había escuchado hablar de la tribu de los Comechipotes, su obsesión aumentó considerablemente y había perdido interés en su mujer, en sus asuntos económicos y en todo cuanto lo rodeaba. Aquella excéntrica tribu amazónica había acaparado absolutamente su atención y no lograba entender porqué.

Recién cuando abandonó a su mujer, la Marquesa Olga Dísima de Loyo, su vida cambió totalmente de rumbo, y se fue para el lado del Amazonas.

Algún tiempo atrás había tenido conocimiento que la espesa y densa selva amazónica servía de refugio a unas cuantas tribus indígenas absolutamente desconocidas y luego de mucho investigar y estudiar, decidió conocer por fin la de los Comechipotes, que eran sin duda la que más curiosidad le despertaba, sobre todo cuando estaba dormido.

Su nombre (El de los Comechipotes, no el del Marqués) se debe a un fruto poco conocido, que crece entre las ramas de unos árboles similares a los Secuoyas gigantes, que suelen superar los cien metros de altura, y a causa de una rara simbiosis de la naturaleza con una frondosa y tropical enredadera, comenzó a reproducirse en las alturas un extraño manjar, similar a la banana, pero de forma recta, y en cuyo extremo superior se engrosaba y aparecía una protuberancia como si fuese una pequeña cabeza y que fue denominado chipote.
Costaba mucho esfuerzo cosechar esos chipotes por la tremenda altura en la que crecían. Por eso se los veía a los indios descender de aquellos árboles, muy orgullosos exhibiendo sus chipotes con ambas manos.

Los nativos desde tiempos inmemoriables, utilizaban ese fruto de muchas maneras, además de ser el alimento base de su dieta diaria por la gran cantidad de proteínas, nutrientes y minerales que contenía.
 Cuando el chipote estaba muy maduro, se lo trituraba hasta formar un verdadero puré, ya que una sustancia viscosa que se desprendía de él, servía para fijar una rama con otra, tanto que cuando se secaba al sol, ésta se solidificaba de una manera inusitada y casi inexplicable.
A aquella extraña propiedad se la solía utilizar para distintos fines, en la construcción de las paredes de las chozas, en la cimentación de los pisos de las mismas o en los cientos de caminos que rodeaban la aldea, y que fueron construidos a propósito para desorientar a los extranjeros. Tan sólo uno de aquellos caminos los conducían hasta la espesa selva.
Aquella viscosidad era un ungüento tan útil y eficiente, que se utilizaba hasta para las diarreas, cuestión ésta última con la que había que tener un especial cuidado, porque cierta vez, uno de los indios exageró la dosis y tuvieron que hacer memoria entre varios para recordar la última vez que había ido de cuerpo.

Pero además de aquel, se le solían dar otros usos de tono medicinal. Luego de una penosa, trabajosa, extenuante y agotadora jornada, cuando la india requería atención, solía verse al varón, recostado al sol boca arriba, esperando que la viscosidad endurezca lo que su cansancio no podía. Era una solución muy recurrida ya que por aquella zona el viagra resultaba costoso.

Por la estupenda rigidez que presentaba el fruto cuando aún no había madurado, los nativos también lo utilizaban como estacas, para sostener cuerdas hechas con lianas en el piso o para introducir granos en la tierra durante la siembra. A su vez las indias lo usaban como... para entretenerse un rato.

El nombre de la tribu fue puesto por un viejo poblador del lugar, que cierta noche descubrió a varios jóvenes indígenas almorzando dicho fruto con gran apetencia. En principio había calificado al fruto con otro nombre, pero tiempo después lo rectificó, transformándolo en algo menos soez, al tener conocimiento que los guaraníes habían puesto aquel mismo nombre, a otro fruto con el que tomaban mate.

Eran una tribu vegetariana por excelencia, con el chipote como principal sustento, pero, según reconocieron luego algunos aborígenes, de vez en cuando les gustaba -sobre todo a las indias-, comerse un buen pedazo de carne.

Luego de una extenso recorrido a través del Amazonas, y a pesar de sus denodados esfuerzos por lograrlo, el Marqués no pudo llegar hasta los Comechipotes, debido a que sus guías lo abandonaron por temor, un par de kilómetros antes de donde se encontraba la tribu. En realidad no era temor a los indios, sino a su líder conocido como “El gran chipote”.
Todos lo admiraban y solían rendirle pleitesía por su enorme, tremenda, descomunal, gigantesca, imponente e inigualable capacidad de mando.
Incluso cuando el Marqués lo conoció, también se rindió a sus pies por semejantes condiciones naturales, que eran la envidia de todas las tribus.
A decir verdad (y según el mismo Gran Chipote reconoció después), sus condiciones no eran tan naturales, sino que cierto día se había quedado dormido al sol con la viscosidad encima y se había solidificado tanto, que para indicarle a la tribu una dirección a seguir, ni tenía que levantar el dedo, ventaja que también aprovechaban las indias, ya que debido a la considerable altura del líder, tenían donde colgar a secar los taparrabos luego de lavarlos.

Cuando el Marqués llegó finalmente hasta el campamento, los indios que estaban de guardia, lo llevaron en presencia del líder. Éste apareció imponente en la puerta de su carpa y los indios le hicieron señas para que le haga una reverencia. El gran Chipote lo hizo, y los indios comprendieron que se habían equivocado, ya que el que tenía que hacer la reverencia era el Marqués, pero éste en negó. No era para menos. La imponente dote de mando que portaba aquel líder, impresionaba a cualquiera y el Marqués no se animaba a agacharse en su presencia. Finalmente lograron convencerlo que lo debía hacer, luego de una persuasiva sugerencia de tres sopapos. El Marqués comprendió entonces que su título nobiliario ya no le servía de nada y que lo podía enrollar y metérselo en el bolsillo.
A partir de allí comenzó una nueva vida para él, rodeado de un nuevo hábitat, de nuevas aventuras, y rodeado también de unas cuantas indias.
En aquella particular tribu, las mujeres casi cuadriplicaban en cantidad a los hombres, por eso no eran monógamos. Era costumbre que cada uno de los varones, tenía que procrear para mantener la especie cada vez que las indias lo solicitaban, por eso la necesidad de estar tanto al sol con la viscosidad. Ese día comprendió el Marqués que nunca más se iría de allí.

Pero no todas eran rosas en aquella tribu. Había también claveles, margaritas y sobre todo muchas hortensias. A las indias les fascinaba cultivar   hortensias, y al Marqués a su vez, le encantaba admirar las hortensias de las indias. Ellas se las traían de regalo y él cada día las enterraba en el jardín de su choza.

Los Comechipotes no hablaban ningún idioma en particular, sino que su forma de comunicarse era a través de sonidos guturales y todo tipo de interjecciones y onomatopeyas. El Marqués Rodrigo Loso de Loyo, de a poco se fue sumergiendo en aquella forma de comunicación y hasta le pareció mantener una larga y entretenida charla con el brujo de la tribu, quien aparentemente y según la lectura que el Marqués hacía de aquellos sonidos, estaba un tanto melancólico porque no hacía más que suspirar. Un par de horas después, alguien le hizo ver que en realidad el brujo no se sentía bien porque sufría de gases.

Pero tanta felicidad se vio truncada de golpe, cuando el Marqués preguntó qué debía hacer para formar parte de la tribu y ser un Comechipote más.
El gran líder se levantó, dejó su piedra china y aún descalzo se le acercó severo, lo señaló con su tremendo chipote (pues estaba comiendo), y le dijo con sus particulares sonidos -Pachu Pachu-, que significaba que para ello debía ser consagrado según el ritual Comechipote.
-¿Dunga Dunga?- Preguntó un tanto asustado el Marqués, temiendo que se tratase del mismo ritual que había visto un par de veces. El no quería dar marcha atrás, pero le pareció que el líder, con su chipote aún en la mano, era precisamente lo que buscaba.
-Táaaaaaaa!!!!- Contestó afirmativamente el jefe.
-Que lo tiró!- Protestó el Marqués ya en su idioma y se fue a la selva a intentar domar al Gran León Rosado, según lo que ordenaba el “Ritual de Consagración de los Nuevos Comechipotes y sus Aliados del Tratado del Amazonas Norte”.

No era una tarea fácil... repetir el nombre del ritual, como tampoco lo era el ritual en sí. A decir verdad, tan sólo tres lo habían logrado en la tribu (Lo de repetir el nombre y lo del ritual en sí): El líder, el brujo y el más viejo del consejo de ancianos. Tan sólo ellos poseían el secreto de cómo domar al Gran León Rosado, mientras que muchos habían muerto en el intento. Por eso las mujeres en la tribu los cuadriplicaban en cantidad.

Los primeros cuatro días los pasó buscando y buscando, hasta que finalmente encontró el camino a la selva. Luego comenzó la extenuante y cansadora búsqueda, ya que era cuesta arriba en la montaña.
Un viejo poblador de la zona, el brasileño Paulo, le dijo que lo podía encontrar en la quinta montaña (a él, por si quería charlar un rato), aunque el león se encontraba seguramente en la cuarta cueva de la tercera montaña, segundo piso por escaleras. En aquella famosa y casi mítica cuarta cueva se encontraba su harem de leonas que lo esperaban cada día para alimentarlo y copular (Al león, no al Marqués). Por lo visto el Gran León Rosado le gustaba llegar al cuarto y ver allí a sus leonas dispuestas a confortarlo y con la comida lista.

Tres eran los tipos de leones que solían habitar aquellos montes, el mencionado Gran León Rosado, el León Blanco (que si bien también era majestuoso no resultaba tan agresivo), y por último el tinto, más conocido por Cabernet, o león varietal.
El Marqués entonces puso manos a la obra y sus pies en el camino. Durante varios días recorrió senderos y grutas de la cuarta montaña y barajó muchas posibilidades sobre cómo domar al Gran León Rosado. Pero todas no eran más que teorías. El preciado secreto tan sólo lo poseían aquellos tres que supieron domarlo. Ahora todo dependía de su ingenio.

Como necesitaba sus manos para portar las armas contra el feroz animal, al quinto día se embadurnó con la viscosidad, para poder apartar las ramas a su paso sin tener que utilizarlas. Pero parece que estuvo caminando bajo el sol mucho tiempo, porque todo se endureció más de la cuenta.

A la madrugada siguiente, mientras todavía dormía sobre unas hojas secas, sintió muy cerca de su oreja derecha una agitada respiración que lo despertó. No atinó a moverse al ver a una leona que mostrando sus colmillos al lado de su cara, lo miraba expectante. Sin embargo no fue lo peor. Cuando pudo observar de reojo a su izquierda, vio otra leona en igual posición. Y eso tampoco fue lo peor... Sobre sus pies, una a cada costado, otras dos leonas más con babeante agitación, que también acechaban amenazantes.
 Se dio cuenta que al mínimo movimiento que hiciese ante aquellos colmillos, sería despedazado sin piedad como churrasco de vagabundo, así que prefirió la inmovilidad y rezar en silencio.
Pero lo peor aún estaba por llegar. Y venía llegando. El Gran León Rosado se acercaba muy cansinamente, feroz e intimidante, de frente a él. Se detuvo justo en medio de sus piernas abiertas y comenzó a olfatearle la viscosidad. El Marqués se encomendó una vez más al Señor, rogándole que si el león lo mordía, al menos no perdiese la vida y luego poder llamarse “María”, y por las dudas, si el mordisco del animal no fuese muy grande, también se encomendó al rabino por una posible circuncisión.

Lo cierto es que el animal lo olfateaba sosegada y parsimoniosamente, y cuando abrió sus fauces y pareció que ya se lo iba a deglutir, comenzó a lamerlo lenta y pausadamente, una y otra vez sin interrupción, pero con una satisfacción poca veces vista... La del Marqués.

Todo tiene una explicación (decía una vieja que tomaba mate en un plato). Las leonas sabían por propio instinto, que aquella viscosidad, cuando se mezclaba con ciertos efluvios sexuales masculinos, producían una sustancia que a su vez a los leones les resultaba altamente afrodisíaca, por lo que quedaba demostrado que las leonas no eran ningunas estúpidas, ya que después de un buen rato de buenas lamidas, quedaba tan excitado (El león. Y el Marqués también) que luego las servía a todas y varias veces al día. (El león. Y el Marqués también)

Sin duda alguna que aquella fue toda una revelación de la divina naturaleza. El Marqués quedó maravillado por tantos secretos que guardaba (la naturaleza) y que de a poco fue descubriendo en el interior del Amazonas junto a los Comechipotes. El fruto secreto, su extraña viscosidad, la aspereza de la lengua del Gran León Rosado, el verdadero origen de “La lambada”, etc. etc.
Pero más maravilladas estaban las leonas con él. quienes últimamente lo recibían con una verdadera fiesta y moviendo la cola, ya que al menos una vez a la semana, el Marqués se embadurnaba con la viscosidad y se iba a la montaña para ayudar a excitar al Gran León Rosado.

Luego de muchos años, el Marqués volvió a su tierra natal y se hizo millonario comercializando el chipote en todas sus formas, mermeladas, aceites, al natural, enlatado, etc. etc... promocionando sus dotes afrodisíacas.
Después de muerto, su ex mujer (que fue quién finalmente heredó su fortuna ya que nunca se habían divorciado), le dedicó en la misma entrada de su fábrica, una estatua en su honor, donde se lo veía erguido y orgulloso, con su chipote en la manos.

Allí se originó uno de las frases más famosas de la época, que rezaba: “Si quiere ser millonaria, deje que su marido se convierta en Comechipote”.
Firmado: Marquesa Olga Dísima viuda De Loyo... pero millonaria!
H.D.M.

miércoles, 21 de enero de 2015

Novedades: "Un mal día" en Irapuato, México

"UN MAL DIA" en Irapuato, Guanajuato, México




Novedades: "Mi mujer es el plomero" en Madrid, España

"MI MUJER ES EL PLOMERO" en la Comunidad de Madrid, España
(Click en el título para ver la información)


Jugando X

¿De quién se trata?

Doble pista:

Actor y excelente bailarín
(Click en la foto para agrandar)








Respuesta en el
Jugando XI




Solución del Jugando IX:

David Bowie

Dos puntos: a saber


Dos puntos: a saber

1) Dom Pierre Pérignon nace en la región de Santo-Menehould, Francia en 1638 y fallece el 14 de septiembre de 1715 en la región de Champagna, Francia.
Fue un monje benedictino a quien se le atribuye la invención del método para la fabricación del champagne (vino espumante fermentado). A este descubrimiento se lo denomina método champenoise.


3) El nombre más utilizado en cantidad, en todo el mundo, es “Mohammad”.  (Tomemos como referencia que en muchas familias tradicionalistas musulmanas, es una obligación que uno de sus hijos -los suelen tener por cantidades- lleve el nombre de Mohammad, o Mahmud, o Ahmad, que son algunas de las variantes del mismo nombre)

lunes, 19 de enero de 2015

Citas con el humor

"Los más imperfectos son los más burlones, pues deseando ver a todos los demás tan desgraciados como ellos, se divierten mucho con los males que les ocurren y los juzgan merecedores de ellos".
Descartes

"El humor es nada más y nada menos que el modo que tiene la naturaleza de hacer que la creatividad sea posible".
Doni Tamblyn.

"La mejor manera de reírse es siempre de uno mismo".
Dr. Clifford Kuhn.

"Tiene que haber algo de verdad en un chiste para que sea realmente gracioso".
Dr. Clifford Kuhn.

"Una hora de risa produce efectos más beneficiosos que cuatro horas de yoga".
Creencia hindú.

"¿Mi pasatiempo favorito? ¡La risa!".
Dalai Lama.

"La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos".
Darío Fo.

"La risa te hace sabio".
Demócrito