miércoles, 24 de junio de 2020

TEATRO-CRÍTICA: “LAS COMEDIAS DEL VERANO”


       "Cuando llega el verano, uno observa detenidamente la ofertas de espectáculos, y si bien existe un abanico que se despliega ante nosotros en cuanto a ofertas, con algunos de indiscutible categoría, da una cierta angustia -y porque no decirlo- y hasta casi pánico, observar cómo se van plagando de títulos pseudo cómicos, las carteleras de Mar del Plata, Carlos Paz y hasta de Buenos Aires, con elencos tan mediáticos como las comedias que supuestamente interpretan.  Y digo supuestamente, porque a la gran mayoría, que es decir, casi todos, no se les puede otorgar gratuitamente el título de actor, tan solo porque se hayan subido al escenario, ya que eso significaría bastardear a los verdaderos actores que incansablemente luchan día a día por mejorar sus perfomances, y ponerlos en la misma categoría sería hasta casi un insulto.  Nada tan lejos de la realidad. Insisto, hay excepciones tanto de buenos actores como de estupendos espectáculos que indican la regla, ya que son solo algunas honrosas excepciones. 
     Aquellos personajillos mediáticos que han aparecido repentinamente en los medios de comunicación y fueran promocionados en todos y cada uno de los programas chimenteros de nuestra TV. se suben a los escenarios inundando las carteleras con sus nombres y -lamentablemente- con  el apoyo de una parte de los espectadores que tan solo buscan un poco de distracción en sus vacaciones.       
Pero los mediáticos no son solo ellos, sino también los espectáculos que montan en la temporada. La gran mayoría de ellos no dejan de ser simples rejuntes o refritos de viejas y remanidas comedias, o absolutos y desvergonzados robos de ideas y/o situaciones de buenas obras, pero con el consabido cambio de nombre, para que no se note tanto, y en lo posible, tratando de canalizar alguna noticia también mediática en su título para despertar interés. También tienen otra característica tan estúpida como efectiva: el nombre del autor.  Una enorme cantidad de esas obras son como dijimos antes, rejuntes de chistes o situaciones conocidas, o sketchs de alguna vieja revista alargada en duración para que parezca obra, con algunas chicas semi desnudas, y que las firma en general alguien de nombre extranjero, (en lo posible si suena a ingles o americano, mejor todavía) pero que en realidad no es más que un seudónimo de algún aprovechado protagonista o productor para quedarse también con el porcentaje de los derechos autorales.
     Sabido es que intentar adquirir los derechos de autor de una buena comedia, tiene su costo. Por eso es que, confiando en que una buena parte del público que va a presenciar obras en las temporadas veraniegas no conoce mucho de autores de comedia, utilizan esos seudónimos para dar la apariencia de que se trata de algún autor importante o al menos de éxito.
      La cartelera veraniega entonces, se llena de títulos y los hay de los más variados, comedias de todos los tipos brotan como por arte de magia de la nada como así también desaparecen y nadie las recuerda ya que se trata de comedias absolutamente intrascendentes, mal escritas, sin gracia o con procacidades y herramientas grotescas (sin que esto implique a ese maravilloso género teatral) para tratar de arrancar la risa, muchas veces forzadamente.
     Pero por suerte hay  otras obras también, aunque sean las menos, y que ofrecen armas claras para luchar contra la desidia artística de lo mediático. Hay obras dramáticas, algunas costumbristas, clásicos de Lorca o Marechal y por supuesto, comedias de variados autores y entre las mejorcitas de los contemporáneos, las de Hugo Marcos (que para orgullo nuestro, es argentino).
     Sería redundante hablar sobre la calidad de Marechal o de Lorca ya que no estaríamos descubriendo nada nuevo, por eso preferimos dedicarnos al tema de la comedia y precisamente las de este argentino contemporáneo, a quien creemos, no se le ha dado aún la valía que le corresponde.  Tuve la suerte de presenciar algunas de ellas (Mi mujer es el plomero en la costa atlántica, Amigas desgraciadas en la Ciudad de Bs As y Extraños Hábitos en Carlos Paz) y debo reconocer que quedé encantado,  por eso amerita este comentario.   
     Creativas, originales y técnicamente muy efectivas, teatralmente hablando.  

Maneja un humor simple, cotidiano, reconocible, pero al mismo tiempo con enredos estupendamente construidos.
     Y tal vez en aquella simpleza, resida el éxito de sus obras. Algunos críticos especializados (por ej. de España, México, Costa Rica y República Dominicana) lo han puesto a la altura de los más grandes de las comedias de enredos como Camoletti, Cooney, o Paso, ya que sus obras están plagadas de hilarantes situaciones de enredos, celebrando lo mejor de la comedia de puertas, arropadas por infinidad de juegos de palabras y pícaras intenciones, sin caer nunca en la grosería gratuita.
     Quien haya conocido sus textos, sabe que no todas sus obras tienen como finalidad hacer pasar simplemente un buen momento.  Las hay sobre temas puntuales, y  también con ácidas y mordaces críticas sociales y humanas, que suelen calar más profundo aún, (como bien decía Moliere) al ser expuestas con humor. La escencia misma del teatro es la dejar flotando preguntas, más que dar respuestas.
     Las comedias de Marcos como Extraños hábitos, Amigas desgraciadas o Mi mujer es el plomero, están tan estupendamente escritas, que resulta un verdadero placer para el público que las disfruta con sonoras carcajadas. Algo que hoy en día, ya se está tornando imprescindible.
     Por suerte no todo es apocalíptico para el futuro de nuestra cartelera teatral.  Mientras we3 sigan reponiendo las obras de los Lorca, Marechal, Cooney y Marcos, y actores de verdad que las sepan interpretar, seguiremos teniendo esperanzas de poder disfrutar del buen teatro también en el verano."

Andrés Pisano (2017)

Sábado, 14 de enero de 2017

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