domingo, 21 de junio de 2020

DOS PUNTOS, A SABER:


    1) El Día de la Madre

Este día festivo no tiene un origen comercial. Desde la antigua Grecia, ya existían celebraciones que homenajeaban a Rea (madre de Zeus, y considerada matriarca de todos los dioses) pero, con el pasar del tiempo, esta fiesta ancestral se perdió. El Día de las  Madres, tal como lo conocemos hoy, surgió a principios de Siglo XX en Estados Unidos como un homenaje a las mujeres que habían perdido a sus hijos en la guerra civil. 

El 12 de mayo de 1907, dos años después de la muerte de su madre, Ana María quiso conmemorar el fallecimiento y organizó un día de la madre para hacerlo. A partir de entonces encabezó una activa campaña que fue extendiéndose a todo el territorio de los Estados Unidos. Finalmente, siete años después logró que el presidente Woodrow Wilson recogiera la iniciativa y la promoviera él mismo hasta volver la conmemoración un día de fiesta para las madres en lo general. Así fue gestado el día internacional de la madre que después fue encontrando eco en otros países que lo adoptaron hasta tenerse la celebración conocida en la actualidad.
Hacia 1920, Ana María Jarvis se percató de la comercialización generalizada de la idea de su madre y manifestó su desacuerdo con las motivaciones que fueron dándose para la conmemoración. Esto la hizo luchar en contra de este proceso que consideraba ilegítimo, hasta el punto de que en alguna ocasión fue arrestada por perturbar la paz debido a sus manifestaciones ruidosas.2​ Ella y su hermana Ellsinore, usaron su herencia y los recursos de que disponían, para hacer campaña en contra de las celebraciones comerciales del día de la madre. Se quejaba amargamente del simbolismo negativo que representaba el enviar tarjetas pre-impresas para celebrar a las madres en su día. Decía:
“Una tarjeta impresa no significa más que se es demasiado indolente para escribirle de puño y letra a la mujer que ha hecho por uno más que nadie en el mundo”
Anna Jarvis.
Ana María Jarvis nunca se casó y no tuvo descendencia.

        2)     La herradura de la suerte
              
Existen registros de que la herradura ya era considerada un amuleto poderoso desde la Grecia antigua. Primero, porque era hecho de hierro, elemento que según los griegos los protegía contra el mal. Además, su forma recordaba la luna creciente, símbolo de la fertilidad y la prosperidad. Los romanos, herederos de gran parte de las tradiciones griegas, también adoptaron esa superstición y la extendieron por su imperio.  

Los cristianos europeos, a su vez, adjudicaron su origen a San Dunstan de Canterbury (924-988), monje y arzobispo ingles conocido como un gran estudioso de la metalúrgica, habiéndose especializado en técnicas de fabricación de campanas. Según la leyenda, Dunstan le habría colocado herraduras al propio Diablo y solamente se las sacó después que el demonio le prometiera que jamás se volvería a acercar a ese objeto. Según la tradición, la herradura de la buena suerte debe ser colocada arriba de la puerta, con las puntas hacia arriba, de lo contrario la suerte se irá. Pero en algunos países, se cree que la herradura debe estar puesta hacia abajo, para que la suerte se expanda por toda la casa.

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