domingo, 21 de junio de 2020

TEATREANDO: “El Teatro de Marcelo” en Roma


Fue ideado por Julio César y construido por Augusto en el año 13 o 11 a.C. Fue el primer teatro de la capital permanente y de piedra, pues hasta entonces habían sido provisionales y de madera, y fue dedicado a Marco Claudio Marcelo, sobrino de Augusto, en un acto de piedad, ya que este príncipe murió prematuramente en el 23 a. C.  
Era uno de los tres grandes teatros permanentes de la antigua Roma y tenía una capacidad para casi 20.000 espectadores, midiendo 32,60 metros de altura, dispuestos en tres pisos, el tercero de los cuales se realizó en forma de ático ciego con pilastras corintias.
Su estilo sobrio fue modelo para la construcción del Coliseo, utilizando el mismo tipo de piedra, Travertino de la cantera de Tívoli.
Los dos primeros pisos eran de orden dórico y jónico respectivamente, dotando el edificio de cuarenta y una arcadas.
El teatro fue terminado el 13 a. C. y formalmente inaugurado el año 12 a. C.
Construido en la zona de Circo Flaminio, la elección del lugar junto al Pórtico de Octavia y el templo de Apolo Sosiano, viene determinada por este último edificio, al dedicársele a Apolo las representaciones teatrales.  

El teatro Marcelo constituye una de las grandes obras arquitectónicas del principado. Junto al teatro de Balbo el Joven (que se ubicaba muy próximo a él) y el teatro de Pompeyo evidencian la clara apuesta de Augusto por la cultura griega.
Aunque en determinadas ocasiones, Augusto ofrecía al público espectáculos más acordes con la mentalidad romana (como las luchas de fieras y gladiadores, la representación de batallas o las naumaquias), su principal objetivo era fomentar por encima de todos ellos el teatro, en un afán de intentar superar a los griegos y convertir a Roma en la capital cultural del imperio. Asimismo, lo concibió como el lugar idóneo de encuentro con el pueblo, es decir, aquel en el que los poetas leales a Augusto cantaban las gestas del elegido por los dioses para inaugurar una nueva era. Por otra parte, el teatro se convirtió en el púlpito donde el pueblo a través de aplausos o protestas aprobaba la gestión de un Príncipe muy dispuesto, tanto a aceptar los unos como a escuchar las otras. Así quedaba patente que el primer ciudadano accedía gustoso a dialogar con un pueblo, que precisamente por este motivo lo adoraba y respetaba.
Resultó dañado en el Gran incendio de Roma del año 64, así como durante las luchas entre Vespasiano y Vitelio. Finalmente abandonado a principios del siglo IV y rápidamente fue utilizado como cantera, pues ya en el mismo siglo IV sus bloques se utilizaron para reparar el puente Cestio.
En el año 1150 fue transformado en fortaleza, lo que le evitó futuras destrucciones. En el siglo XIII, el edificio fue ocupado por la noble familia Savelli; en el XVIII pasó a ser propiedad de los Orsini. El hermoso palacio renacentista que ocupa el tercer piso de la fachada externa de la cavea es obra del arquitecto Baldassarre Peruzzi.  Más tarde pasaría a convertirse en casas humildes. Estos cambios han hecho que se pierda el interior del teatro.
De los tres teatros existentes en la época de Augusto (Pompeyo, Balbo y Marcelo) es el único que conserva parte de él hoy en día.

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