sábado, 6 de diciembre de 2014

Cuento de humor: "La gata peluda"

Cuentos breves, para sonreír brevemente a la brevedad posible

“La gata peluda”

Muchos actores, autores, directores, pintores, artistas de todas las ramas y gente dedicada a los acondicionadores de aire (es decir, todos lo que aman “helarte”) suelen tener una extensa carrera, lleva de vicisitudes, fracasos, contratiempos, logros y éxitos varios.
Si bien la mía no era tan extensa, bien se podría decir que no era corta tampoco.
Una hermosa y muy seductora periodista, a cuyos oídos había llegado un comentario halagüeño sobre el largo de la mía y lo rica que había resultado, me invitó a su casa para hacerme un reportaje en una cálida tarde primaveral. Ella colaboraba con la revista Caras de Buenos Aires, Argentina (uno de cuyos gerentes era su marido) y con otra revista brasilera, que llevaba el mismo nombre de su ciudad: Pelotas (y cuyo dueño era justamente su tío).
Estábamos entregándonos a desentrañar una infinidad de interrogantes, para conocer a fondo todo lo concerniente a la otra persona, cuando ella también comenzó a preguntar.
Al principio todo era muy cordial y hasta un tanto monótono, pero de a poco logramos romper ese hielo inicial, despojándonos de preconceptos que nos ataban a los formalismos. Se podría decir que fue un verdadero ida y vuelta, casi frenético de preguntas y respuestas que de a poco fueron desnudando innumerables aptitudes, virtudes y defectos de ambos, en un charla pletórica de gratas sorpresas, para entregarnos finalmente a acabar el reportaje extenuados pero con la satisfacción del deber cumplido, cuando escuchamos el auto de su marido, que estaba estacionando en el garaje.
Aquello no tendría nada de raro, sino fuese por el hecho que ella hacía estos reportajes a escondidas de su marido, ya que a raíz de que gozaban de una excelente posición económica, él odiaba verla trabajar. Ella luego editaba sus entrevistas bajo el seudónimo de “La gata peluda”.
En fin, ella trató de explicarme ésto, pero la sorpresiva velocidad de su marido para abrir la puerta fue superior y nos descubrió allí.
Por eso nunca apareció mi reportaje, ni salí jamás en la revista Caras.
Tan solo salí en Pelotas.

H.D.M.

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