sábado, 11 de julio de 2020

ETIMOLOGÍA DE FRASES MUY NUESTRAS "Dar en el blanco"

Arturo-Pérez Reverte nos relata ~en su libro «Un dia de cólera»~ que en el motín popular del 2 de mayo 1808 se decía "La fortuna, sin embargo, sonrie al capitán: ninguno de los moscardones de plomo que pasan zumbando da en blanco"

El levantamiento se refiere a los hechos acontecidos ocurridos entre el 17 y el 18 de marzo de 1808 en la ciudad española de Madrid, producidos por la protesta popular ante la situación de incertidumbre política derivada tras el motín de Aranjuez.

Posteriormente a que se reprimiera la protesta por las fuerzas napoleónicas presentes en la ciudad, por todo el país se extendió una ola de proclamas de indignación y llamamientos públicos a la insurrección armada que desembocarían en la guerra de la independencia española, contra la usurpación del trono por parte de José Napoleón.

Los uniformes franceses tenían una pechera alba, con dos correajes cruzados color blanco sobre el fondo azul de su uniforme.

Entonces la expresión provendría, según nos refiere la historia, sobre el llamamiento a arrojar piedrazos y otros proyectiles al centro del cuerpo de los franceses, que eran tropas de ocupación en España.

El 2 de mayo de 1808, a primera hora de la mañana, grupos de madrileños comenzaron a concentrarse ante el Palacio Real.

La muchedumbre conocía la intención de los soldados franceses de sacar de palacio al infante Francisco de Paula —último miembro de la familia real que permanecía todavía en Madrid— para llevárselo a Francia con el resto de la Familia Real, por lo que, al grito proferido por José Blas Molina «¡Que nos lo llevan!», parte del gentío asaltó las puertas de palacio. El infante se asomó a un balcón provocando que aumentara el bullicio en la plaza. Un grupo que creyó que los franceses se llevaban al infante por la fuerza, atacó a una patrulla francesa, que solo pudo zafarse de la acometida por la intervención de un batallón y dos piezas de artillería, que dispararon contra la multitud.

El choque desencadenó una violenta reacción popular en la ciudad, precipitó que la lucha se extendiese por todo Madrid. Al deseo del pueblo de impedir la salida del infante, se unió el de vengar a los muertos y el de deshacerse de los franceses.

Los madrileños comenzaron así un gran levantamiento popular espontáneo pero largamente larvado desde la entrada de las tropas francesas, improvisando soluciones a las necesidades de la lucha callejera.

Se constituyeron partidas de barrio comandadas por caudillos espontáneos; se buscó el aprovisionamiento de armas, ya que en un principio las únicas de que dispusieron fueron navajas; y se comprendió la necesidad de impedir la entrada en la ciudad de nuevas tropas francesas.

Todo esto no fue suficiente y Murat pudo poner en práctica una táctica tan sencilla como eficaz. Cuando los madrileños quisieron hacerse con las puertas de la cerca de la ciudad para impedir la llegada de las fuerzas francesas acantonadas en sus afueras, el grueso de las tropas de Murat (unos 30 000 hombres) ya había penetrado, haciendo un movimiento concéntrico para dirigirse hacia el centro.

No obstante, la gente siguió luchando durante toda la jornada utilizando cualquier objeto que fuera susceptible de servir de arma, como piedras, agujas de coser o macetas arrojadas desde los balcones, al grito de «¡dar en el blanco!»

Así, los acuchillamientos, degollamientos y detenciones se sucedieron en una jornada sangrienta.

Mamelucos y lanceros napoleónicos extremaron su crueldad con la población y varios cientos de madrileños, hombres y mujeres, sin distinción de edad, así como soldados franceses, murieron en la refriega. Goya reflejaría estas luchas años después, en su lienzo "La Carga de los Mamelucos".

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