miércoles, 5 de agosto de 2020

EL ORIGEN DE LA GASEOSA


El creador de la gaseosa es el inglés William Browning en el año 1741. Tuvo una curiosa idea: inyectar ácido carbónico en un recipiente con agua mineral. No sabía exactamente que fenómeno quería reproducir, pero observó que burbujeaba y, ni corto ni perezoso, procedió a embotellar aquel producto, acababa de nacer la gaseosa.cuándo se inventó la gaseosa

Poco después, en el año 1767, el también inglés Joseph Priestley creó un método para insuflar dióxido de carbono y hacer agua con gas con este novedoso sistema. Pero volvamos a ver cómo le fueron las cosas al inventor de la gaseosa.

Al principio todo quedó en un experimento, mera curiosidad que intrigaba a la gente, en una especie de atracción de feria con categoría de prodigio al que se ponía reparos.

Nadie osaba probar semejante bebida, nadie estaba dispuesto a experimentar su sabor a pesar de que su inventor, el Sr. Browning, hacía demostraciones bebiéndola en público y hablando maravillas de su sabor y cualidades médicas.

Pero el nuevo producto no se hubiera abierto camino si no hubiera sido impuesto por prescripción facultativa. En 1807 el médico y padre de la cirugía en Estados unidos, Philip Syng Physick, encargó a un químico amigo la preparación de un agua carbónica para cierto paciente aquejado de dolencias estomacales, y para hacer más grato el preparado disolvió en él un edulcorante de sabor agradable.

La gaseosa tuvo un éxito fulminante como medicamento, no como refresco. Nadie en su sano juicio acudiría a una botica a comprar un refresco por atractivo que fuese al paladar.

La gaseosa como bebida de mesa tuvo que esperar. Su éxito llegó en 1832, cuando John Mathew inventó un aparato capaz de saturar el agua con gas carbónico; el nuevo producto popularizó la bebida con burbujas, nombre que recibió enseguida.origen de la gaseosa

A finales del siglo XIX ya existían gaseosas de sabores tan diversos como la grosella, la fresa, la mora o la granada. Estos preparados con gas o ácido carbónico perseguían finalidades médicas, pero al ser bebida inocua la gente los consumía para calmar la sed.

En 1928 la bebida gaseosa experimentaría una importante novedad: aquel año, el director de un pequeño periódico de Indiana, en USA, cansado del absentismo laboral que causaba la gripe, ideó una mezcla de aspirina con bicarbonato que mezclado con agua producía el famoso fizz, fizz, invento casero que aprovecharía poco después el laboratorio del doctor Miles para comercializar su conocido Alka-Seltzer, en 1931.

En plena ley seca de los Estados Unidos la falta de bebida alcohólica fue suplida por múltiples paliativos, entre ellos se impuso uno muy relacionado con la gaseosa: los Sidlitz powder o polvos de gaseosa, y otros refrescos que dieron el empujón definitivo a la poderosa industria de las bebidas refrescantes.

En cuanto al término, la palabra “gas” fue inventada por el químico holandés J.B. van Hermont en la primera mitad del siglo XVII. Helmont dio al término el nombre de geest, que en neerlandés significa “espíritu”, en la creencia de que el gas era un spiritus silvestris o alma que anda sin rumbo.

Más tarde dio a su invento el nombre de blas = soplo, del neerlandés blasen = soplar, término que cayó en el olvido. Parece que Hermont se inspiró para la creación de este vocablo en la voz latina chaos, a la que los alquimistas de siglos anteriores daban el significado que tiene el término.

En español, la novelista gallega Emilia de Pardón Bazán usa el término por primera vez en el sentido actual a finales del siglo XIX: “Tomaron posesión los cuatro húsares de una mesa, pidiendo cerveza y gaseosa”.

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