Además de crear una popular marca de
ropa, el fundador de esta firma fue un reconocido miembro del partido nazi que
usó a esclavos judíos en sus fábricas.
Hugo Ferdinand Boss, era conocido en
la Segunda Guerra Mundial por algo muy distinto a como lo conocemos hoy en día,
por la calidad y elegancia de sus creaciones de alta costura, ya que fabricaba
los trajes para las tropas nazis dirigidas por Hitler y utilizaba prisioneros
judíos como mano de obra. Y es que, este costurero alemán fue durante años el
sastre del Tercer Reich.
La historia de Hugo Boss comienza en
1923, año en que el modista fundó un pequeño taller de sastrería en Metzingen,
un pueblo al sur de Stuttgart. Allí, como afirma el historiador y periodista
Jesús Hernández en su libro « 100 Historias secretas de la Segunda Guerra
Mundial», «el sastre se dio cuenta de que el negocio era vestir a las tropas
hitlerianas».
Ya en 1929, el joven Adolf Hitler
había tomado las riendas del Partido Nazi y su discurso comenzaba a convencer a
muchos alemanes, sobre todo por la profunda depresión económica que azotaba a
la Alemania de la post primera guerra. Y, al parecer, uno a los que persuadió
fue Hugo Boss. «En abril de 1931, cuando aún Hitler no había llegado al poder,
Boss, que entonces tenía 46 años, decidió alistarse en el Partido Nazi. Su
número de afiliado sería el 508.889» afirma Hernández.
En 1933, dos años después de
comenzar su aventura textil, y tras pasar multitud de calamidades económicas,
Hugo Boss ya había decidido que su futuro sería proporcionar la indumentaria a
las « Waffen SS» (un cuerpo de elite creado por Hitler para su protección,
entre otras funciones), las SA (una organización paramilitar del partido
nacionalsocialista), y las Juventudes Hitlerianas.
Ese mismo año, las ventas comenzaron
a incrementarse, y, en términos del historiador, Hugo Boss incluyó un anuncio en
un diario local afirmando lo siguiente: «Uniformes de las SS, las SA y las HJ.
Ropa de trabajo, de deporte y de lluvia. La hacemos nosotros mismos, con
calidad buena y reconocida y a buenos precios. Boss. Ropa mecánica y de
trabajo, en Metzingen. Firma homologada por las SA y las SS. Uniformes con la
licencia del Reich».
Su futuro acababa de quedar sellado.
Desde ese momento los pedidos del
ínfimo taller se multiplicaron. «Años más tarde, en 1935, Boss decidió
abandonar la fabricación de ropa civil y dedicarse exclusivamente a la
confección de uniformes. Seguramente, a Boss no le pasó desapercibido el dato
de que entre miembros de las SS, SA y Juventudes Hitlerianas sumaban un total
de tres millones y medio de uniformes, y que alguien debía de fabricarlos»
sentencia Hernández.
Hugo Boss acertó de lleno, como
explica el historiador: «La diversidad del vestuario del Tercer Reich debía ser
atendida. Por ejemplo, el vestuario tipo del militar alemán podía tener hasta
ocho uniformes distintos: el de campaña, el de servicio o diario, el de
guardia, el de parada, el de presentación, el de paseo, el de trabajo, el
deportivo y el de sociedad, este último solo para los oficiales».
El negocio progresa
Los pedidos llegaron a cientos hasta
Metzingen, lo que provocó que Boss se planteara comprar en 1939 una fábrica de
telas para ahorrar costes en el proceso de creación de las prendas. El mercado
era sin duda favorable para la marca.
Ese año sucedió además un hecho que
convertiría a Hugo Boss en una de las marcas con más beneficios en Alemania: la
invasión de Polonia por parte de las tropas nazis el 1 de septiembre de 1939.
La maquinaria militar de Hitler se puso en marcha y alguien tenía que
proporcionar la vestimenta a todos aquellos soldados que recorrerían medio mundo.
El elegido, como no podía ser de otra forma, fue aquel sastre que trabajaba en
Metzingen.
Durante la Segunda Guerra Mundial
mantuvo esclavizados en su fábrica de Metzingen, en el estado de
Baden-Wurttemberg a 180 prisioneros de guerra (140 franceses y 40 polacos). Los
prisioneros, según el sitio web alemán «The Local», fueron «empleados» por Hugo
Boss y vivían en pésimas condiciones en un campo de trabajo cercano a la
fábrica. La higiene y los alimentos eran escasos y el ritmo de trabajo
sangrante.
Después del final de la Segunda
Guerra Mundial, Hugo Ferdinand Boss fue procesado y multado por su
participación en la estructura nazi con 80.000 marcos, que si bien para el
momento era muchísimo dinero, no hacía verdadera mella en las finanzas de Boss.
A su muerte, en 1948, Siegfried Boss
y Eugen Holly, yerno del fundador, tomaron las riendas del negocio y lo
orientaron hacia “los triunfadores y los jóvenes hombres de negocios”, según
reza la publicidad de la marca del año 1953. La empresa volvió a fabricar uniformes
para trabajadores de correos y la policía. Presentó sus primeros trajes de
vestir para hombre pero no se centraría en la ropa masculina de moda hasta
1970, cuando además empezó a operar internacionalmente. Actualmente pertenece
en buena medida a un grupo de inversión británico.
Recién sesenta años después, la
compañía ha publicado no solo un comunicado en su página web, pidiendo perdón y
señalando su «más profundo pesar hacia aquellos que sufrieron daños durante sus
trabajos forzados en la empresa de Hugo Ferdinand Boss bajo el régimen
nacionalsocialista», sino que además costeó la edición de un libro que hablaba
sobre los hechos, sobre todo por los datos que habían salido a la luz, que se
estaban propagando rápidamente y que perjudicaban seriamente la imagen de la
empresa (Como dicen los refranes: “Nada mejor que tomar el toro por las astas”,
“Si no puedes vencerlos únete a ellos” y “Negocios son negocios”)
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