Se denomina “poder
histriónico” a aquellos que conllevan una capacidad innata de acaparar la
atención de los demás con su propia imagen o por alguna actividad que realice
con determinada destreza.
Histrión era el nombre que se daba
en la comedia o tragedia grecolatinas al actor que representaba disfrazado.
Los primeros histriones fueron
simples danzantes que los ediles de Roma enviaron a buscar a Etruria hacia 363
a. C. Después, estos mismos pasaron a ser actores parlantes pero por su
condición servil fueron mirados siempre como infames, por lo que no podían
adquirir el derecho de ciudadanos romanos. Su nombre era objeto de desprecio.
Citado por Livio, el término etrusco
«ister» –luego «(h)ister»– generó el sustantivo «hister,-tri» (actor
profesional) y su evolución en «histrĭo, -ōnis», con el mismo significado de
actor profesional.
En la cultura romana, la lengua
latina jugaba con varias denominaciones con distintos matices para «actor,
comoe dus, hister, histrio, ludio, lucius» y «tragoedus». Tanto 'actor' como
'histrio' eran voces prestadas de la cultura etrusca para denominar a los
actores etruscos y oscos muy activos en la península itálica ya antes de la
introducción del teatro griego en Roma.
La presencia del «histrĭo» en textos
latinos de Livio y Valerio Máximo, es confirmada luego por Plutarco, citando
testimonios de Rufo. También en textos de Plauto a parecen las formas
«histrĭcus» e «histrĭculus», y siempre en relación con los nombres propios
etruscos «Hister» e «Histrĭcus». En los textos dramáticos, ya desde Livio
Andrónico, conviven ambos términos, 'histrio' (para todo aquel que ejerce el
oficio teatral y la pantomima) y 'actor' (el profesional que vive del teatro).
'Histrio' todavía conserva estos significados en el siglo XIII, cuando se
menciona en la Supplicatio que hace el trovador Guiraut Riquier (1254-1284) a
Alfonso X el Sabio.
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