A día de hoy, Alicia en el país de
las maravillas se ha convertido en una historia conocida por todo tipo de
público gracias a las versiones de Disney, ya sea el clásico de 1951 o los
filmes recientes de acción real. Sin embargo, todo se remonta a 1856, cuando
Charles Lutwidge Dodgson -más conocido como Lewis Carroll- conoció a la familia
de Henry Liddell y, concretamente, a la pequeña Alice.
Carroll fue un diácono anglicano,
lógico, matemático, fotógrafo, escritor y profesor de la Universidad de Oxford.
Tenía diez hermanos, que al igual que él, eran tartamudos y zurdos.
Según él mismo escribió en su
diario, fue el 4 de julio de 1862 cuando, acompañado por el reverendo Robinson
Duckworth, compañero del Christ Church College, había navegado por el Támesis
hacia la villa de Godstow en un bote junto a Alice Liddell (que tenía 10 años)
y sus hermanas. Éstas le habían pedido un cuento y él, sin saber cómo
continuaría, comenzó la historia imaginándose a Alicia cayendo por una
madriguera. Al terminar el paseo, Alice quiso una copia manuscrita de aquella
insólita narración. Al día siguiente
Carroll, que viajaba a Londres en tren, aprovechó las dos horas de trayecto
para dar forma a la idea. Al primer borrador que le regaló a la niña, lo llamó
Las aventuras subterráneas de Alicia y le añadió 37 ilustraciones realizadas
por él mismo. Que Lewis Carroll tenía una imaginación desbordante lo demuestra
el hecho que fuera capaz de improvisar el cuento de Alicia en una sola tarde.
Tristemente, el nombre de Lewis
Carroll siempre ha estado ligado a la pedofilia. En 1856 encontró en la
fotografía su nueva afición y comenzó a retratar a las hijas de sus amigos, en
ocasiones solicitándoles que se vistieran con varios distintos disfraces.
El documental “El mundo secreto de
Lewis Carroll” emitido por BBC abrió un debate en 2015 sobre si el famoso
escritor era un "pedófilo reprimido" después de que el equipo
descubriese una fotografía de Lorina, hermana mayor de Alice, completamente
desnuda. Quizás no se confirme nunca, ya que no se le ha podido atribuir al 100%
la autoría de la imagen.
En la Inglaterra victoriana los
dibujos y fotografías de niños y niñas desnudos no eran considerados obscenos o
pornográficos. Se creía que los niños prepuberales de ambos sexos representaban
la inocencia. Tarjetas de Navidad y calendarios de la época contaban con
representaciones de niños desnudos o semidesnudos. En cualquier caso, aunque
Dodgson hubiera sido realmente pedófilo, no habría cometido ningún delito. En
aquella época ninguna ley prohibía las relaciones sexuales entre adultos y
niños. Era bastante común que algunas mujeres prepúberes se casaran con hombres
adultos, y hasta 1885 el Parlamento inglés no elevó la edad de consentimiento
para niñas de 13 a 16 años.
Carroll nunca se casó y aparte de
profesor y autor de libros de texto, se especializó en historietas infantiles y
se hizo rico. Escribió muchos diarios plagados de vivencias con sus amigas
prepúberes; siempre niñas. Invitaba a las niñas a tomar el té y luego a subir a
sus aposentos donde las fotografiaba. Niñas que siempre miran serias a la
cámara. Esta afición le convirtió en el más destacado retratista infantil del
siglo XIX. En 1863 tenía un total de 107 niñas retratadas, algunas de ellas
“sans habillement” (sin ropas), como de manera eufemística las describe Carroll
en sus escritos. La gran mayoría de esas
fotografías, fueron destruidas a su muerte, respondiendo a un expreso pedido
del difunto.
Cierto es también que un día y de
forma bastante abrupta, se cortó todo tipo de relación de Carroll tanto con los
niños como con los padres de Alice y ya no se frecuentaron más. Un día se cruzaron, pero Lewis los
evitó. Nunca se conocieron los motivos
de esto aunque algunos lo vinculan a un supuesto pedido de mano de su parte al
padre de Alice cuando ella contaba trece años, el que fue, dicen, rechazado.
Por ello, las primeras palabras que el autor escribe tras este lapso de tiempo
siempre van acompañadas de calificaciones como “aquellos fatales años” y en las
que confiesa que “he cometido un pecado”.
En el documental de la BBC, la
biznieta de Alice Liddell declaró: "Creo que él estaba enamorado de
Alicia, pero que se reprimió tanto que nunca llegó a traspasar ninguna
frontera. Pienso que era un hombre extraño y la gente que afirma lo contrario
está totalmente equivocada. Era un hombre extraño, pero admirable y no quiero
lanzar acusaciones de pedofilia".
Carroll, gran aficionado a la
fotografía, coleccionaba retratos de niñas en poses melancólicas que rozaban lo
socialmente aceptable. Además se conservan varias cartas muy insinuantes, como
en la que le dice a una pequeña de 10 años: “Muchas gracias por el mechón de
pelo. Lo he besado varias veces… Al no tenerte aquí para besarte, el pelo es
mejor que nada”.
Otra de las frases más polémicas de
Carroll cuando se le preguntó por qué no fotografiaba también a niños, su
respuesta fue contundente “No me gusta esa raza”.
Lo que está claro es que la leyenda
siempre acompañará a Lewis Carroll y que la sombra de la pedofilia suele
ensombrecerlo.
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