El origen lo encontramos en la antigua
costumbre de adecentar y limpiar los templos religiosos, sus figuras y todo lo
que allí había por parte de las mujeres de los pueblos o ciudades.
Por lo general esta tarea la realizaban las
mujeres de edad más avanzada (generalmente viudas con pocas cargas), y las que
tenían cierta edad y estaban sin pareja, por lo que disponían de algo más de
tiempo libre para dedicarlo a estos menesteres.
Es por ello que se empezó a utilizar la
citada expresión para indicar que alguien se iba a quedar soltera para toda la
vida, pues realmente eran las únicas que tenían tiempo para dedicar a estas
labores, ya que las demás estaban ocupadas con las tareas de la casa, crianza
de hijos, etc., (lo que antiguamente implicaba el ser mujer en una sociedad
machista).
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