Antiguamente cuando se realizaban
procesiones, principalmente religiosas, lo normal es que a la cabecera de la
procesión fueran los portadores de los faroles o antorchas que iluminaban el
camino y que en muchas ocasiones los caminos no se encontraban en perfectas
condiciones, por lo que se animaba a esos portadores de faroles a iluminar el camino y abrir
paso a los llamados cargadores de la imagen santa, que eran los que llevaban la imagen del cristo
o de la virgen. En realidad la frase completa era: “¡Adelante con los faroles,
que atrás vienen los cargadores!”.
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