“Donde aprieta el zapato”
Existen dos versiones de esta
frase. La primera se remonta al imperio
romano, en donde se le preguntó a un oficial del ejército porqué abandonaba a
su mujer que era tan bella, atractiva y deseada por muchos, a lo que el oficial
respondió “¿Te gusta mi zapato? –Sí, mucho- contestó el amigo. –Pues solo yo sé dónde me aprieta”
Según la historia posterior, todo se
remonta a una conversación entre un zapatero y un sacerdote. Habría ido el
trabajador a visitar al párroco para pedirle consejo sobre su matrimonio, que
estaba en crisis. El cura intentó persuadirlo de que la relación aún podía
mantenerse firme, pues él creía que su esposa era “bella, buena cocinera y
correcta cristiana”. Ante esos argumentos, el zapatero habría utilizado una
linda metáfora para rebatir. Tomó un par de zapatos y le dijo al cura que le
diera su opinión sobre el calzado. El sacerdote señaló que eran “hermosos,
hechos de buen cuero, que parecían cómodos…” Entonces el zapatero sentenció:
“todo muy lindo, pero usted no sabe dónde me aprietan”. Así son las cosas
cuando se juzgan desde afuera, sin tener todos los datos para considerar la
situación.
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