"Efectiva comedia porteña con toques
locales"
Patricia Monserrat Rodríguez
Viernes 10 de febrero de 2017
El grupo teatral El Altillo viene
desarrollando su actividad cultural desde los años 90 en que se fundó, es
sabido de “la inestabilidad” con la que los artistas independientes se mueven:
siempre en tensión entre sus trabajos y los tiempos robados para ensayar
aquello que los desborda de pasión. Sumado al cero o casi cero financiamiento
de las instituciones culturales oficiales a estas producciones del teatro
local.
“Suegras bárbaras”: Dirigida por Marisa Ruiz.
Repone funciones el viernes 10 y sábado 11 de febrero a las 22, en el Teatro de
la Fundación.
Recomendación: asegúrense las entradas
porque la sala se llena.
Aun así, El Altillo, ha logrado un
exitazo el año pasado y viene logrando mucha adhesión que da para el análisis
de ¿qué pasa con el público local? ¿Qué sucede con los artistas en estos años
del cambio?
Vamos a la obra: “Suegras bárbaras”
es una comedia típica de enredos que por los años 90 también escribía el actor
y guionista Hugo Daniel Marcos – conocido por la entrañable tira cómica
televisiva Mesa de noticias- quien también se desempeña como actor actualmente en
Israel.
La obra tiene un argumento sencillo
desde la ambigüedad del título. Dijo La Nación en su guía de espectáculos: “El
matrimonio de Bárbara y Daniel desea estar solo para disfrutar su amor, sin
embargo, la inesperada llegada de sus respectivas madres y una tercera incluida
alterarán la paz del hogar. En el transcurso de la historia, se develan las
facetas más desopilantes de las distintas caras del amor”.
El grupo encabezado por Marisa Ruiz,
actriz y directora salteña (además de formadora de elencos desde su labor
cultural en la Municipalidad) promueve el espectáculo para su reposición como
“el virus de la carcajada que se expande en Salta” ya hizo su paso a sala llena
en octubre, noviembre y diciembre por el Teatro de la Fundación.
Estuvo en Cafayate en temporada de
enero y los días 10 y 11 de febrero regresa a la sala de General Güemes 434
para renovar los aplausos que viene cosechando merecidamente.
Vamos al elenco: José Manenti en el
protagónico masculino (Daniel) es un marido amoroso y transplantado cardíaco
que sobrevive por el cariño de su mujer Natalia Martínez (Bárbara). Este actor
ya ha hecho sus trabajos en escenario por obra de Claudia Mendía y el grupo Sensaciones.
Es quien maneja el ritmo de la obra y logra que los gags resulten efectivos. Lo
acompaña muy bien el personaje de Bárbara; aunque le falta verosimilitud le
sobra la ternura y picardía que requiere su personaje.
Las tres suegras están bien estereotipadas,
son como los modelos de madre al que el espectador se acostumbra rápido.
No hay
sorpresas en ellas: Jacqueline Minati; Estela Ortiz y Susana Urrestarazu. La
suegra inesperada es la que el autor ha incorporado como la clave cómica que
pone en jaque a las otras dos y a la pareja misma. Las tres actrices son muy
buenas teniendo en cuenta sus roles bien marcados y el timing de la comedia, no
obstante, Minati se destaca por lo absurdidad y lo polémico de su personaje.
Vamos al trabajo de dirección: Marisa
Ruiz se pone a la cabeza de este éxito de la temporada. Ha sabido captar que
las producciones cómicas son las elegidas de estos años, ha encontrado un buen
texto; recrea una comedia de enredos y puertas con buen ritmo; tiene un buen
equipo de gestión y producción por detrás de los detalles de una producción de
este calibre y modera las presentaciones de la obra para no agotar al público.
En lo artístico ha introducido un
nuevo personaje a la obra, forzando un poquito más la absurdidad, sin que
llegue a molestar al resto de la intriga. Lo interesante de esta parte es la
aparición del personaje Dalila encarnado por Gabriela Mangogña, quien debutando
en las tablas se lleva todas las miradas cual vedette.
Efectivamente su personaje aparece
en la meseta de la obra, causa revuelo de miradas y sonrisas cómplices y la
levanta hacia el cierre armónico. Un hallazgo de Marisa para esta época en la
que las sorpresas audaces faltaban en el argumento de esta clase de obras
populares.
La banda sonora retro aporta mucho
también para que el público se identifique con los actores protagónicos. Es una
pena que la cantidad de público demore mucho el inicio de la obra y que la
estética de los programas de mano hagan un cambalache de cómicos de aquí y de
allá. Detalles.
“Suegras bárbaras “continúa una
lógica que se ha venido imponiendo en la elección del público. Desde Mujeres de
negro, Tres mujeres y una valija; Hormonas; Lápiz labial; Ni Remedios, Dolores
ni Angustias; Las Ninis; y la recordada A mis cincuenta me llamaron; Oh mujeres
con gloria vivid; La Adolfina, etc.
En los últimos años las mujeres han
encabezado las producciones de mayor sostenimiento en cartelera y son ellas
quienes apostaron a sus propios textos; con sus ganas de divertirse, generar
vínculos con los demás actores y aportar económicamente a la profesión y al
desarrollo del teatro local.
El espectador local evidentemente
prefiere ver estas propuestas porque tanto Mary Gervino, Omar Pizzorno y ahora
Marisa Ruiz tienen su público; un poco heredaron el público que seguía a Rafael
Monti y otro poco movidos por el boca a boca y la tarea mediática en redes y
prensa.
Esto explica la continuidad de estas
obras en cartel; sólo que “Suegras” trae a escena un autor que conoce el chiste
rápido, el gag; los enredos y equívocos absurdos aliado a una directora que
readecua esa intriga al gusto local logrando una obra que muy parecida a la
comedia porteña ligth adquiere cierta identidad localista.
Patricia Monserrat Rodríguez
Crítica teatral
labutacateatro@yahoo.com.ar
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