El creador de la gaseosa es el
inglés William Browning en el año 1741. Tuvo una curiosa idea: inyectar ácido
carbónico en un recipiente con agua mineral. No sabía exactamente que fenómeno
quería reproducir, pero observó que burbujeaba y, ni corto ni perezoso,
procedió a embotellar aquel producto, acababa de nacer la gaseosa.cuándo se
inventó la gaseosa
Poco después, en el año 1767, el
también inglés Joseph Priestley creó un método para insuflar dióxido de carbono
y hacer agua con gas con este novedoso sistema. Pero volvamos a ver cómo le
fueron las cosas al inventor de la gaseosa.
Al principio todo quedó en un
experimento, mera curiosidad que intrigaba a la gente, en una especie de
atracción de feria con categoría de prodigio al que se ponía reparos.
Nadie osaba probar semejante bebida,
nadie estaba dispuesto a experimentar su sabor a pesar de que su inventor, el
Sr. Browning, hacía demostraciones bebiéndola en público y hablando maravillas
de su sabor y cualidades médicas.
Pero el nuevo producto no se hubiera
abierto camino si no hubiera sido impuesto por prescripción facultativa. En
1807 el médico y padre de la cirugía en Estados unidos, Philip Syng Physick,
encargó a un químico amigo la preparación de un agua carbónica para cierto
paciente aquejado de dolencias estomacales, y para hacer más grato el preparado
disolvió en él un edulcorante de sabor agradable.
La gaseosa tuvo un éxito fulminante
como medicamento, no como refresco. Nadie en su sano juicio acudiría a una
botica a comprar un refresco por atractivo que fuese al paladar.
La gaseosa como bebida de mesa tuvo
que esperar. Su éxito llegó en 1832, cuando John Mathew inventó un aparato
capaz de saturar el agua con gas carbónico; el nuevo producto popularizó la
bebida con burbujas, nombre que recibió enseguida.origen de la gaseosa
A finales del siglo XIX ya existían
gaseosas de sabores tan diversos como la grosella, la fresa, la mora o la
granada. Estos preparados con gas o ácido carbónico perseguían finalidades
médicas, pero al ser bebida inocua la gente los consumía para calmar la sed.
En 1928 la bebida gaseosa experimentaría
una importante novedad: aquel año, el director de un pequeño periódico de
Indiana, en USA, cansado del absentismo laboral que causaba la gripe, ideó una
mezcla de aspirina con bicarbonato que mezclado con agua producía el famoso
fizz, fizz, invento casero que aprovecharía poco después el laboratorio del
doctor Miles para comercializar su conocido Alka-Seltzer, en 1931.
En plena ley seca de los Estados
Unidos la falta de bebida alcohólica fue suplida por múltiples paliativos,
entre ellos se impuso uno muy relacionado con la gaseosa: los Sidlitz powder o
polvos de gaseosa, y otros refrescos que dieron el empujón definitivo a la
poderosa industria de las bebidas refrescantes.
En cuanto al término, la palabra
“gas” fue inventada por el químico holandés J.B. van Hermont en la primera
mitad del siglo XVII. Helmont dio al término el nombre de geest, que en
neerlandés significa “espíritu”, en la creencia de que el gas era un spiritus
silvestris o alma que anda sin rumbo.
Más tarde dio a su invento el nombre
de blas = soplo, del neerlandés blasen = soplar, término que cayó en el olvido.
Parece que Hermont se inspiró para la creación de este vocablo en la voz latina
chaos, a la que los alquimistas de siglos anteriores daban el significado que
tiene el término.
En español, la novelista gallega
Emilia de Pardón Bazán usa el término por primera vez en el sentido actual a
finales del siglo XIX: “Tomaron posesión los cuatro húsares de una mesa,
pidiendo cerveza y gaseosa”.
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