El nombre deriva del antiguo proceso
de medición de la velocidad en una nave. Antiguamente, un tripulante disponía
de una cuerda o línea con nudos a intervalos regulares (generalmente, una
braza) y una pieza de madera, originalmente un simple tronco, atado a un
extremo (tal dispositivo fue la primitiva corredera).
Otro tripulante disponía
de un reloj de arena de alrededor de medio minuto. El primero arrojaba el
tronco al agua por la popa y dejaba correr la línea que, en su primer tramo, no
tenía nudos, a fin de darle tiempo al tronco a flotar y quedar estacionario en
el agua. Cuando llegaba al primer nudo, daba la orden al otro tripulante para
que diera vuelta el reloj y comenzara a contar el tiempo preestablecido. Cuando
caía el último grano de arena, el tripulante a cargo del reloj daba la orden de
hacer firme la línea. Habitualmente, el tripulante que sostenía la línea iba
contando los nudos de ésta en la medida que iba dejando correr la línea, por lo
cual bastaba estimar la fracción de cuerda entre el último nudo y su mano para
informar la velocidad. En otros casos, los nudos se hacían de distinto material
o con distintas formas para reconocerlos directamente, sin necesidad de
contarlos, tal como se hacía en las sondalezas. Distintas marinas habían
normalizado tanto la distancia entre los nudos como el tiempo del reloj, pero
la proporción entre ellos siempre es tal que resulta en la medición de la misma
cantidad de millas náuticas por hora.[cita requerida]
El nudo es una medida práctica en el
mar, pues puede trasladarse casi directamente a una carta marina, dado que una
cierta velocidad expresada en nudos (por ejemplo, 7 nudos), sostenida durante
una hora, habría hecho que la nave navegara la distancia correspondiente a ese
mismo arco expresado en minutos de grado (7') de latitud sobre un meridiano o
de longitud sobre el ecuador o la proporción que correspondiere según el rumbo.
En este caso, teniendo marcada en la carta la línea que indica el rumbo, se
puede medir sobre el margen de la carta (izquierdo o derecho), donde se
encuentran indicadas las latitudes, con un compás de puntas secas, una cantidad
de minutos igual a la velocidad en nudos y esta medida, tomada a partir del
último punto conocido o estimado, extendido sobre la línea que marca el rumbo
dará la nueva posición, estimada, de la nave. En la Marina Real británica esta
medición se efectuaba cada media hora, o sea, a cada toque de la campana con
que se marcaba el tiempo a bordo y se debía anotar en el cuaderno de guardia.
Dado que la medición se grababa en tablillas de madera sacadas de un tronco, en
inglés log, cuando el papel aún no era suficientemente económico, el cuaderno
terminó denominándose log (logbook es el término inglés para referirse al
cuaderno de bitácora o diario de navegación).
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