Seguro te ha pasado que no te
acuerdas del nombre de una persona y te refieres a ésta como "fulano"
¿Pero sabes de dónde viene esta palabra y sus derivados zutano y mengano?
Evidentemente estos nombres nos
resultan familiares a todos y son también de los más mencionados, sea por
nuestra mala memoria para recordar el verdadero nombre de alguien, sea porque
no lo sabemos: “Vinieron dos Fulanos y preguntaron por vos, ¿dónde estuviste todo el día?”. “Isabel contó que Fulanita se casa”. Pero, ¿de dónde
vienen?, ¿desde cuándo se emplean?
El origen de fulano y de mengano es
árabe, y una prueba más de la influencia que en nuestra lengua dejó esa cultura
después de tantos siglos de convivencia en la España medieval. Fulano
significaba en su lengua original ‘tal’. La forma mengano procede del árabe man
kan, con el significado de ‘quien sea’.
Todos podemos ser fulanos, pues
puede pasar que alguien no recuerde nuestro nombre; pero a nadie le gustará ser
“un fulano”, pues se entiende como “un cualquiera”, y se trasluce algo de
desprecio al usarlo. De forma semejante, ser “una fulana” en España y en
algunos lugares de América equivale a ser ‘una prostituta’, sentido despectivo
que se pierde en cuanto se le aplica el diminutivo “fulanita”, y por ello esta
forma se adopta, y más aún en femenino, con mayor que en los demás casos.
Sin embargo, zutano cuenta con un
origen algo oscuro y las opiniones sobre el mismo son dispares. Hay quien
sostiene que puede venir de citano, que a su vez procede del latín scitanus,
derivación de scitus, con el significado de ‘sabido’, forma que se empleaba
para sustituir el nombre de una persona ya conocido. Otros se decantan por una
derivación procedente de la interjección “¡cit!”, que hace mucho tiempo se
empleaba para llamar o nombrar un lugar o una persona desconocida.
Sobre la forma perengano, la
incertidumbre es casi total. Para algunos, procede de una asimilación de
perencejo a mengano. La terminación de la primera sería abandonada para
asemejarse a la segunda forma. De acuerdo a lo señalado por Corominas Pascual y
Casado Velarde, perencejo es el resultado de una pronunciación descuidada de Pero
Vencejo, nombre ficticio con que se nombraba a los campesinos en general.
Aunque no se emplea por estas tierras, si es común escucharlo en Colombia,
Guatemala o Venezuela. Para otros, el camino para llegar a perengano es más
breve, pues lo entienden como la fusión de Pérez, apellido tan común en nuestra
lengua, con mengano.
Sobre su uso, el más frecuente por
sí solo es fulano, pero además, debemos destacar la idea de secuencia que
encierran. De esta forma, como sostiene Casado Velarde, el orden en que se
presentan los protagonistas del artículo de hoy resulta tan estable que se
pueden entender también como organizadores del discurso, pues presentan
idéntico funcionamiento que “primero… segundo”; “antes… después”; “primero: por último”, de modo que
Fulano siempre va primero, Mengano después y Zutano al final, rematado solo en
ocasiones por Perengano, cuando se pretende expresar con una enumeración
excesiva, la idea de desorden o de multitud. Es frecuente el empleo de “Fulano
de tal”, en el caso de que le suceda un segundo término de la serie, será el de
“Mengano de cual”: “Me contó que su abuelo era Fulano de tal y su abuela
Mengana de cual pero no le presté atención”.
En otras lenguas existen expresiones
equivalentes, que comparten por su significado un cierto aire familiar. En
inglés, John Doe y su señora Jane Doe equivalen a nuestro Fulano y Fulana. En
francés, se emplean en cadena los tres nombres más frecuentes:
Pierre-Paul-Jacques. En los países bálticos se prefiere decir “N.N.”, del latín
nomen nescio, que significa ‘desconozco el nombre’.
En Rusia se emplea el sonoro y
prototípico nombre ruso Ivanov Ivan Ivanovich y en Filipinas, ahora de mayoría
angloparlante pero durante tantos años colonia española, prefieren el Juan y
Mientras tanto, perengano es la
palabra más joven de las cuatro (y la de menos uso). Por no haberse podido
identificar el origen de esta palabra, se piensa que puede ser el resultado de
la unión de Pérez (apellido más que común entre los españoles) y mengano.
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