El Concilio Cadavérico (también
denominado el «Juicio del Cadáver», «Sínodo del Terror» o «Sínodo del Cadáver»;
en latín Synodus Horrenda) es el nombre comúnmente dado al juicio eclesiástico
póstumo del papa Formoso, celebrado en la Basílica de San Juan de Letrán de
Roma en enero de 897.
El juicio fue promovido por el papa
Esteban VI, que había sucedido a Bonifacio VI, cuyo breve pontificado había
tomado el relevo al de Formoso.
Esteban acusó a Formoso de perjurio
y de haber accedido al papado ilegalmente. Claro que todo esto fue mucho
después que Formoso había muerto, así que el juicio se lo hicieron al cadáver de Formoso.
Al final del juicio, Formoso fue
declarado culpable y su papado fue declarado retroactivamente nulo.
A continuación se despojó el cadáver
de sus vestiduras, se le arrancaron de la mano los tres dedos con que impartía
las bendiciones papales y sus restos fueron depositados en un lugar secreto,
donde permanecieron varios meses hasta la entronización de Teodoro II (cuyo
pontificado tan solo duró 20 días, aunque la rehabilitación de Formoso se había
iniciado con el papa Romano), cuando fueron restituidos a la Antigua Basílica
de San Pedro.
El papa Juan IX convocó dos
concilios, uno en Rávena y otro en Roma, en los cuales se promulgó que toda
acusación en tribunales sobre una persona muerta estaba prohibida. Sin embargo,
el papa Sergio III, al acceder el trono en el 904, anuló tanto los concilios
convocados por Juan IX y Teodoro II e inició un segundo juicio contra el
cadáver, hallándolo nuevamente culpable. Los restos de Formoso fueron arrojados
entonces al Tíber para que "desapareciesen de la faz de la Tierra",
pero según la leyenda se enredaron en las redes de un pescador, que lo extrajo
de las aguas y lo escondió. Finalizado el pontificado de Sergio III, los restos
fueron depositados en el Vaticano, donde yacen hasta el día de hoy.
En 1464 el cardenal Pietro Barbo, al
ser elegido papa, tuvo que ser disuadido de llevar el nombre de Formoso II,
para en su lugar llevar el de Paulo II.
El Sínodo del Cadáver es recordado
como uno de los episodios más estrafalarios de la historia del papado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario